Ante el veneno del trumpismo, hay que cerrar filas para salvar la democracia

Maribel Hastings

Mientras se aguardan noticias en el frente migratorio en el Senado y la agenda del presidente Joe Biden en varios rubros sigue estancada por diferencias internas entre los demócratas, Donald Trump y su Partido Republicano solamente están enfrascados en arrebatarle a los demócratas el control del Congreso en 2022 y la Casa Blanca en 2024.

Aunque no ha dicho claramente si buscaría la nominación republicana en 2024, Trump es quien realmente manda en su partido y quien controla el tono y el mensaje que sigue siendo uno de racismo, prejuicio y división antinmigrante; sostenido en mentiras y falsedades, como que hubo “fraude” en las elecciones de 2020.

Ante las noticias de que una nueva caravana de migrantes se moviliza hacia la frontera Estados Unidos-México, Trump emerge para instigar a sus huestes y decir, según el New York Post, que los indocumentados están “envenenando” a Estados Unidos.

“Nuestro país está siendo envenenado con los millones de personas que fluyen ilegalmente por nuestras fronteras, en la mayoría de los casos ni siquiera cuestionadas o detenidas. Muchos son delincuentes de las cárceles vacías de otros países, la mayoría de ellos son personas muy peligrosas”, afirmó Trump.

Nada nuevo bajo el sol. Es más, parece que estamos en 2015 cuando anunció su candidatura presidencial, porque otra vez hizo alusión al muro que, según él, Biden debe terminar.

Y el único realmente venenoso es Trump, con sus políticas destructivas y de odio, que han dividido no sólo a la clase política sino al país; y a diez meses de la presidencia de Biden, la atmósfera sigue igual de tóxica y tribal. Los seguidores de Trump, tornados en un culto a su líder, no entienden razones, siguen creyendo que a Trump le “robaron la elección”, y a nivel político ni siquiera ha surgido una figura republicana que pueda suceder a Trump. En el Congreso y a nivel nacional, nadie, hasta ahora, se ha atrevido a enfrentarlo. Quienes buscan reelegirse o elegirse en 2022 buscan la bendición de Trump para garantizar que los seguidores del expresidente los ayuden a ganar.

Y ni siquiera estoy convencida de que lo hagan por miedo a Trump. Más bien es que son iguales que él, porque si les pareciera que lo que hace Trump está mal, ya lo habrían denunciado. Quienes han criticado a Trump han sido excomulgados por la dirigencia republicana, así que la única conclusión es que apoyan a Trump y lo que representa.

Por eso ni siquiera han apoyado la pesquisa del Congreso sobre el ataque al Capitolio el 6 de enero, cuando la turba de Trump instigada por el expresidente intentó violentamente evitar que se certificara el triunfo de Biden. Es por eso que esos líderes republicanos siguen perpetuando la mentira de Trump, de que Biden ganó porque hubo “fraude”.

Y es por eso que gobernadores republicanos y legislaturas republicanas a través del país han cerrado filas para minar la democracia poniendo escollos a las minorías para que no ejerzan su derecho al voto. También buscan tener el poder para no certificar el triunfo de un candidato presidencial, como Trump trató de hacer en 2020, llamando a secretarios de Estado republicanos para que no certificaran el triunfo de Biden.

Quienes piensen que con su derrota en 2020 Trump saldría del panorama, están equivocados. El peligro que Trump y sus habilitadores republicanos representan para la democracia sigue siendo muy real. Solamente esperemos que los diferendos demócratas no impidan que ese partido pueda enfrentar el peligro real e inminente que el trumpismo sigue suponiendo para la democracia de este país■

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