En poco más de 4 meses, murieron dos mexicanos en centros de detención de inmigrantes en Arizona. En mayo, Jesús Deniz-Sahagun de 30 años murió en Eloy, y en septiembre, Juan García Hernández de 39 años en Florence. Estas muertes sacan a relucir nuevamente las quejas de muchos detenidos en el sistema migratorio de este estado fronterizo. Muchos han demandado mejor atención médica y fin a las sanciones para quienes presentan quejas de maltrato. Valeria Fernández visitó el Centro de Detenciones de Eloy, Arizona, donde en la última década ha habido más muertes que en ningún otro centro de todo el país. Valeria nos trae la historia de dos detenidos.
El Centro de Detenciones de Eloy, Arizona está cercado por bardas de alambre de púas en una zona desértica a dos horas de la frontera con México. Juan Miguel Cornejo Millán, de 38 años, tiene cinco meses detenido aquí. Al momento de realizar esta entrevista, llevaba casi un mes en segregación o el “hoyo” como le dicen coloquialmente los detenidos. Las autoridades de Inmigración (ICE) dijeron que Cornejo fue puesto en segregación disciplinaria por estar planeando disturbios. Pero el detenido tiene otra versión.
“Realmente nosotros quisimos hablar respecto a lo de la medicina, de las enfermedades con ICE y lo que pasó fue esto”, dice Cornejo.
Cornejo y otros detenidos llevan varios meses haciendo denuncias no sólo sobre la falta de acceso a una buena atención médica, sino también por el uso de la segregación, el abuso físico y verbal por parte de los guardias y la falta de atención que han recibido cuando se levantan las mismas quejas.
Las autoridades de Inmigración dicen que dan seguimiento a todas las quejas formales y que la salud de los detenidos es constantemente monitoreada.
Cornejo dice que participó en una huelga de hambre en junio con otros 200 detenidos en protesta por la muerte del detenido mexicano Jesus Deniz-Sahagun. Las autoridades de Inmigración han refutado que la huelga haya sucedido.
“Fuimos todos los que nos organizamos, por temor a los golpes que estaban dando, por temor a las muertes que ha habido aquí adentro», dice Cornejo. «Y nosotros no queremos ser más la estadística para ellos, tan sólo decir él se suicidó y hasta ahí quedan las cosas. No son las cosas así”.
La autopsia de Deniz-Sahagun determinó que se había suicidado, al asfixiarse con una de sus medias en una celda de aislamiento en la que recibía un chequeo cada 15 minutos. También indicó que el fallecido tenía un golpe en la cabeza. El forense Greg Hess dijo en entrevista a Radio Bilingüe que el detenido no fue asesinado a golpes y que la contusión podía deberse a que días antes, había tenido un encuentro con los guardias, quienes hicieron uso de la fuerza para restringirlo. Las autoridades de Inmigración han dicho en repetidas ocasiones que no hay documentación de uso de la fuerza contra Deniz-Sahagun que se relacione con su muerte.
Algunos detenidos como Cornejo aseguran que escucharon a los guardias golpearlo.
“Lo único que yo sé y lo único que yo escuché fueron los gritos de auxilio que él estaba dando», recuerda Cornejo. «Él estaba en el 100 cuando fue golpeado, eso fue lo que nosotros escuchamos, nosotros empezamos a gritar que lo soltaran. Nadie nos escuchó por supuesto”.
Cornejo no es el único que ha alzado su voz sobre las condiciones adentro del centro de detención. Hector Yamil Yaujar Hinojosa, otro inmigrante mexicano, de 45 años, lleva dos años privado de su libertad y en ese plazo asegura que ha vivido muchas injusticias.
“Yo trabajaba limpiando los showers, me resbalé y me pegué muy duro atrás de mi cabeza. Entonces cuando fui al médico nomás me dieron una pastilla para el dolor, me sacaron el scanner, que todo iba a estar bien. Y ahorita en veces me duele mucho. Me dicen que tengo que estar dos meses. Si en dos meses no se me quita, tengo que ir al doctor. Creo que es muy largo para que se me calmen los dolores”, dice Yaujar.
Yaujar dice que siempre que ha presentado una queja cae en oídos sordos.
“El 7 de julio del año pasado, me golpearon por detrás un detenido y a mí me echaron la culpa», dice.
Mientras las autoridades investigaban, Yaujar fue segregado.
“Estuve 15 días en una celda encerrado. Tenía que salir esposado a bañarme, una hora para afuera para bañarme, mientras estaba el proceso», dice Yaujar.
Las autoridades de Inmigración dijeron que el uso de la segregación es para proteger a los detenidos en casos en los que hay una investigación pendiente, pero también que se determinó que Yaujar estaba involucrado en una “altercación”, sin dar más detalles.
Después de 2 años, Yaujar logró que la corte de apelaciones de inmigración le garantice la oportunidad de tener una fianza. Ahora no quiere hacer más quejas.
“He soportado todo, de pleitos y de gritaderas, mejor me quedo callado», dice Yaujar.
Yaujar y Cornejo no se conocen, pero ambos están solicitando asilo político. Ambos vivieron por décadas en Estados Unidos, Yaujar en Kansas, Cornejo en Phoenix, y tienen hijos estadounidenses.
Yaujar se fue de Estados Unidos en el 2005, tras recibir una orden de deportación por haber usado un seguro social falso para trabajar y comprar casa. Pero estando allá fue extorsionado por la policía mexicana.
«Yo estoy luchando por mí esposa y mis hijos que aquí los tengo. Ellos se salvaron de México. Yo no pienso regresar a México porque allá estamos amenazados, yo sé porque yo lo he visto”, dice Yaujar.
Cornejo tambien pide asilo político. Ha sido deportado seis veces y tiene antecedentes penales por un caso de violencia doméstica contra su esposa. Después de la última deportación, dice que fue secuestrado en Mexico y obligado a trabajar en la construcción de túneles para el cruce de drogas. En Estados Unidos esperaba estar seguro, pero dice que no fue asi.
“Aquí las cosas no están bien, se están violando muchos, muchos derechos», dice Cornejo. «Nosotros por estar aquí no significa que tienen que estarnos golpeando. Seamos honestos ellos ya no están pensando en la migración como tal, están pensando en el poder de dinero que uno es, que ellos están obteniendo”.
Una corporación privada conocida como Correction Corporations of America administra los dos centros de detención de inmigrantes en Arizona: éste de Eloy, y el de Florence. Allí, murió el mes pasado otro inmigrante, Juan García Hernández, de 39 años. Colapsó afuera de la unidad médica del centro, tras una consulta. Su muerte aún continúa bajo investigación.
Para la Edición Semanaria de Noticiero Latino, reportó desde Eloy, Arizona, Valeria Fernández.