Maribel Hastings
America’s Voice, Washington, DC
El año pasado para esta fecha daba gracias por la posibilidad de un nuevo comienzo en el debate migratorio. Las elecciones presidenciales de 2012 estaban frescas y varios líderes republicanos, vapuleados por su desastroso desempeño entre los votantes latinos en esos comicios, incluido el presidente cameral, John Boehner, hablaban de la urgencia de abordar la reforma migratoria amplia.
Las sacudidas en las urnas suelen traer momentos de introspección acompañados de promesas de bipartidismo. Pero quizá subestimamos el nivel de compromiso del Partido Republicano en el Congreso, de querer bloquear la agenda doméstica del último período presidencial de Barack Obama. Subestimamos su casi enfermiza oposición al Obamacare que ha contaminado la atmósfera política a tal grado, que de momento resulta difícil pensar que cualquier colaboración bipartidista sea posible. Y subestimamos que parecen estar convencidos de que pueden seguir dejando de lado el voto latino en sus aspiraciones presidenciales.
El año pasado por estas fechas daba gracias porque el cinismo no me había consumido totalmente y albergaba esperanzas de resolución sobre el tema migratorio. Todavía las albergo a pesar de todo. Aunque un coro de líderes republicanos se ha dado a la tarea de echar un balde de agua fría a la reforma migratoria, Boehner ahora asegura que esa reforma “no está muerta”. Y Obama dice que si quieren debatirla por partes, como proponen los republicanos, pues adelante, siempre y cuando los componentes más complicados, como la vía a la ciudadanía, no queden en el tintero.
El tercero en línea de mando en la Cámara baja, Kevin McCarthy, caza votos de la mayoría republicana, dijo el domingo que la reforma va, aunque no aseguró cuándo.
Las declaraciones de Boehner y de McCarthy serían más alentadoras si fueran acompañadas de algún tipo de acción concreta que permita el inicio de un debate este año y que se complete lo más pronto posible antes de que la política electorera nos bombardee con críticas, ataques y promesas de acción.
Doy gracias a diario, pero en esta semana especial de Acción de Gracias agradeceré por cosas que van de lo personal a lo colectivo.
Doy gracias por levantarme tras cada golpe y vicisitud, vapuleada pero de pie. Por ver, escuchar y sentir. Porque todavía tengo la capacidad de sorprenderme. Por mirar mis manos y reconocer las de mi madre, que ya no está, y con ellas estrechar las de mi padre.
Doy gracias por ser parte de un movimiento que defiende una causa justa y necesaria y por ser parte de una lucha que me ha permitido conocer lo mejor y lo peor de los seres humanos. Lo mejor prevalece. Doy gracias por haberme cruzado en el camino de inmigrantes que todos los días dan lecciones de vida enfrentando todo tipo de vicisitudes, incluyendo la diaria posibilidad de que su familia sea dividida.
Les doy las gracias por enseñarme el significado de la perseverancia ante la adversidad y por vivir aquel dicho de que al mal tiempo buena cara.
Doy gracias por tantos líderes que por décadas han luchado por la reforma migratoria a capa y espada. Son ejemplo de constancia y optimismo.
En especial a uno de esos líderes, Eliseo Medina, por ser ejemplo de lucha y entereza. Medina, hasta hace poco el Secretario-Tesorero del Sindicato Internacional de Empleados de Servicios y veterano de infinidad de luchas de derechos laborales y civiles, lleva casi dos semanas en ayuno junto a otros activistas que representan los diversos sectores que presionan por la reforma migratoria.
Activistas que no quitan el dedo del renglón para presionar a una Cámara Baja a la que, honestamente, le doy las gracias por nada.
Pero doy gracias porque lo mejor que hizo Dios fue un día tras otro, y mientras hay vida hay esperanza.
Este pasado viernes Eliseo Medina y sus compañeros de ayuno en las inmediaciones del Capitolio recibieron la visita del vicepresidente, Joe Biden, quien les aseguró que “contra viento y marea” la reforma migratoria se logrará.
Medina declaró que “tres generaciones de Medinas, mis hijas y mi nieta, ayunaron conmigo en la Explanada Nacional. Espero que no sea necesario que otra generación ayune por la reforma migratoria”.
En este Día de Acción de Gracias de esperanza, rogaremos porque así sea.
Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice