Abuelos se vuelven padres… Otra vez tienen que lidiar con su jubilación y los pañales

María Isabel García con dos de sus nietos en las instalaciones de Community Coalition, una organización del sur de Los Ángeles que ofrece ayuda a abuelas que se hacen cargo de sus nietos (Francisco Castro/ La Opinión).

María Isabel García con dos de sus nietos en las instalaciones de Community Coalition, una organización del sur de Los Ángeles que ofrece ayuda a abuelas que se hacen cargo de sus nietos (Francisco Castro/ La Opinión).

Francisco Castro
La Opinión / News América Media, Los Ángeles, CA

Cando se preparaba para jubilarse, María Isabel García se volvió madre, otra vez.
Después de criar a sus cuatro hijos, tuvo que empezar a criar tres más, uno de los cuales era sólo un bebé.

Una de sus hijas se involucró en un ciclo de drogas, relaciones abusivas y todo tipo de problemas que la dejaron incapacitada para cuidar a sus pequeños hijos.

García, oriunda de Jalisco, México, salía al quite. Al principio, durante períodos cortos donde cuidaba de ellos mientras enderezaba su vida y recuperaba temporalmente la custodia de sus hijos. Pero hace cuatro años, una trabajadora social la llamó de nuevo y le dijo, sin mucho preámbulo, “tienes que venir a buscar a los niños o van a ir a un hogar de crianza“.

Ella no vaciló

Unas horas más tarde, tres niños, en ese entonces de 8, 4 y cuatro meses de edad se presentaron en su puerta.

La trabajadora social no aprobó su casa inicialmente. Garcia no tenía lo que un bebé necesitaba.

“¿Cómo iba a tener una cuna, si no tenía ningún bebé?”, relata Garcia sobre uno de los problemas que planteó la trabajadora social.

Aún así, los tomó y se las arregló lo mejor que pudo.

“Fue difícil”, admite de ese período en su vida. Ella todavía trabajaba y tuvo que adaptarse a ser una nueva mamá.

“La niña se ponía a llorar y llorar y no sabía qué hacer”, relata.

Cuatro años más tarde, estos son sus hijos. Los adoptó dos años más tarde. Su madre está completamente fuera de su vida. A los 60 años, García es madre soltera. Su única ayuda viene de su propia madre, que con 92 años trata de ayudarle en lo que puede.

María Isabel García con dos de sus nietos, Pablo de 8 años y Soledad, de 4 (Foto: Francisco Castro).

María Isabel García con dos de sus nietos, Pablo de 8 años y Soledad, de 4 (Foto: Francisco Castro).

“Mi mamá me ayuda mucho, no podría hacerlo sin ella”, dice García.

A “Mamá Chole”, como los niños llaman a su bisabuela, ya se le olvidan las cosas de vez en cuando y no oye del todo bien, pero lava y dobla la ropa de los pequeños, hace pequeñas tareas y cuida de los tres chicos (tanto como los niños cuidan de ella) cuando García tiene que ir al médico o tiene que ir a hacer sola.

García no se arrepiente. Incluso después de gastar en ellos gran parte del dinero de jubilación que recibió. Ella dice que no obtuvo mucha ayuda del gobierno para los niños hasta casi un año después de que llegaron a quedarse con ella permanentemente.

“Los hijos no traen un manual donde ver qué hacer; con los nietos uno vio las faltas que tuvo y las quiere remediar con ellos”, dice García.

“Mucha energía ya no la tengo, pero tengo más paciencia”, añade.

Sur Los Ángeles, epicentro de los abuelos como padres
García comparte su historia con los abuelos latinos en la misma situación que ella reunidos en Community Coalition. El grupo se reúne dos veces al mes en la organización con sede en el sur de Los Ángeles, epicentro de este problema en la ciudad.

“El sesenta por ciento de los niños que están con sus abuelos en la ciudad de Los Ángeles están en Sur Centro“, dice Aaron González, un organizador comunitario con la organización que ayuda a estos nuevos padres, muchos de los cuales conoce durante sus visitas regulares a la Corte.

En todo el país, aproximadamente 2.9 millones de niños viven con parientes sin que estén presentes los padres, según el censo de Estados Unidos.

El estudio “Grandfacts” de AARP indica que en California, 287,996 niños viven en hogares donde los abuelos son responsables de ellos (27,250 en el condado de Los Ángeles). De esos abuelos, 31% son blancos, 10% son afroamericanos, 9% son asiáticos, 2% son indios americanos y nativos de Alaska y 47% son latinos.

Y en el caso de los abuelos, dice González – muchos de los cuales sólo hablan español y algunos de ellos son indocumentados – viven en una situación precaria.

Ellos no saben cómo navegar los enredos legales de su nuevo estatus, tal vez temen tratar con las autoridades debido a su estatus migratorio y/o no saben cómo acceder a los pocos recursos disponibles para ellos.

Recursos

“Para ellos, todo es nuevo”, señala González. “Muchos de estos abuelos están jubilados y son de bajos ingresos y no saben cómo van a pagar por estos niños“.

Mientras que los padres de crianza temporal pueden obtener $625 dólares al mes por cuidar a un niño de 0-3 años de edad, y más de $825 al mes por un adolescente, dice González, los “guardianes cuidadores” sólo reciben alrededor de $300 dólares al mes del Welfare– a menudo la única ayuda que pueden obtener. Si adoptan a los niños, casi no pueden recibir ninguna ayuda financiera en absoluto.

María Isabel García con sus hijos, José, de 12 años, Pablo de 8 y Soledad, de 4, así como su madre, Soledad Salas (Foto: Suministrada)

María Isabel García con sus hijos, José, de 12 años, Pablo de 8 y Soledad, de 4, así como su madre, Soledad Salas (Foto: Suministrada)

De acuerdo con AARP “Grandfacts”, el 15% de los abuelos que crían a nietos como sus propios hijos viven en la pobreza.

Parte del problema, señala “Grandfacts” es que “estos abuelos… A menudo están aislados, carecen de información sobre la gama de servicios de apoyo, recursos, programas, beneficios, leyes y políticas disponibles para ayudarles a cumplir con éxito su papel de guardián“.

Esto obliga a muchos abuelos a tomar de sus ahorros, ya que ponen las necesidades de los niños en primer lugar.

Ser padre no sólo es un compromiso financiero para estos abuelos, sino también emocional y físico.

González sabe de abuelos que faltan a citas médicas, dejan de asistir a funciones sociales e incluso se separan de sus cónyuges o parejas por cuidar a los niños.

“A veces se descuidan ellos físicamente para cuidar a los niños”, dice González.

Esto puede hacer que se sientan indefensos y deprimidos.

Según el estudio “Características de la salud de los abuelos cuidadores solos y padres solteros: un perfil comparativo usando la encuesta de vigilancia del factor de riesgo de comportamiento”, presentado en la conferencia anual de la Sociedad Gerontológica de América en Nueva Orleans en noviembre, “tomar un papel de padre a largo plazo tiene un costo físico y emocional en los abuelos, especialmente al realizar sus responsabilidades sin la ayuda de un cónyuge o de otra persona significativa“.

En comparación con los padres solteros, los abuelos tienen una mayor prevalencia de problemas de salud física (por ejemplo, la artritis). Ambos grupos de padres tienen una alta prevalencia de la depresión durante toda la vida.

Una mayor proporción de abuelos fuman activamente y no hicieron ejercicio físico recreativo en el último mes, indicó el estudio realizado por Deborah M. Whitley, de la Escuela de Trabajo Social del Colegio Andrew Young de Estudios Políticos de la Universidad Estatal de Georgia y sus colegas Esme Fuller-Thomson y Sarah Brennenstuhl.

Beneficios para los niños

Pero la recompensa, en términos de bienestar para los niños, es notable.

De acuerdo con el análisis Children’s Thrive de Generations United publicado en julio de 2016, en comparación con los niños bajo cuidado de personas que no son sus familiares, los niños que están bajo el cuidado de sus familiares experimentan: mayor estabilidad, menos probabilidad de volver a ingresar al sistema de casas de crianza después de regresar con sus padres biológicos, mayor seguridad, mejores resultados de comportamiento y de salud mental, menos probabilidades de intentar huir y más probabilidades de reportar que “siempre se sintieron amados”.

Y el amor entre García y sus tres nuevos hijos es palpable.

Después que termina la reunión entre todos estos abuelos latinos en Community Coalition, Pablo, de 8 años, y Soledad, de 4 años, se encuentran con su “mamá” en la puerta y la abrazan y la besan. Ella les sonríe cariñosamente.

Ella sabe que están a salvo

“Se siente uno a gusto que los niños no van a parar a un lugar, ¿quién sabe dónde?”, dice■

Francisco Castro es editor de ciudad del periódico La Opinión en Los Ángeles. Este artículo es el segundo de una serie que ha desarrollado con el apoyo de las becas de Periodistas en Envejecimiento, un programa de New America Media y la Sociedad Gerontológica de América, patrocinado por la Fundación Silver Century.

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