A tres semanas de la elección persisten en el sur flagrantes tácticas de supresión del voto

Stacey Abrams y Brian kemp: protagonistas de una histórica y potencialmente fea competencia para ser el próximo gobernador (a) se avecina en Georgia. Foto: www.salon.com.

Stacey Abrams y Brian kemp: protagonistas de una histórica y potencialmente fea competencia para ser el próximo gobernador (a) se avecina en Georgia. Foto: www.salon.com.

De la redacción

Aproximadamente el 40 por ciento de los votantes elegibles del padrón electoral votarán en las elecciones intermedias, pero no porque los estadunidenses sean apáticos y simplemente no quieran votar, como suelen pensar algunos. Es más probable que la mayoría de los estadunidenses quieran votar, dicen otros, y que una de las causas fundamentales de la baja participación electoral obedezca más bien al marco restrictivo de la ley.

Uu ejemplo muy a la mano de leyes restrictivas es el caso de Georgia, donde recientemente la demócrata Stacey Abrams, una afroestadunidense que no sólo se convirtió en la primera mujer negra como candidata a un escaño al Congreso federal, representando a un estado controlado históricamente por hombres blancos republicanos y restriccionistas, sino que además Abrams actualmente se halla casi empatada con su contrincante republicano, Brian Kemp.

En una reciente entrevista televisada Abrams llamó a Kemp un destacado arquitecto en la supresión del voto. Y es que como secretario de estado, Kemp supervisa las reglas de votación y registro de votantes para su propia elección, pues es al mismo tiempo candidato republicano al gobierno de Georgia.

Y al ser confrontado ante esta flagrante contradicción, Kemp se ha negado a recusarse, o apartarse de su puesto como Secretario de Estado para no usar su posición y moldear al electorado de Georgia en su favor, dice un análisis de The Atlanta Journal-Constitution, y señala que Kemp permitió que 214 lugares de votación, o casi el 8 por ciento del total en el estado, se cerraran en los últimos seis años.

Brian Kemp es un político blanco de extrema derecha que a través de los años ha venido poniendo trababas a los votantes negros y latinos y de otras minorías para evitar que voten.

En estos momentos la oficina de Kemp ha puesto en espera de corroboración 53 mil nuevas solicitudes de registro de votantes, la mayoría de ellas presentadas por residentes afroestadunidenses, dice un reporte de Prensa Asociada (AP). Además muchos miles de registros más están cancelados porque esos votantes no han acudido a las urnas en una o varias elecciones pasadas.

«Los demócratas están trabajando arduamente, registrando a todos estos votantes minoritarios que están ahí fuera y si pueden hacerlo pueden ganar estas elecciones en noviembre», advirtió en tono alarmado Kemp a sus correligionarios.

En parte, esto se debe a una política que consiste en una «concordancia exacta» de los nombres registrados, “que el gobierno -controlado por los republicanos- de Georgia promulgó el año pasado y que coteja los registros que tienen discrepancias incluso menores, como un guion entre dos apellidos, por ejemplo, con los registros oficiales del Departamento de Vehículos Motorizados de Georgia o la Administración del Seguro Social. Según esta póliza los funcionarios electorales pueden poner en espera las solicitudes que no coincidan.

El problema se agudiza porque casi el 70 por ciento de los registros que ahora están en espera de verificación en Georgia son de votantes negros, que son apenas el 32 por ciento de esa población. No obstante Kemp dijo a la fuente que para los votantes cuyos registros están “en el limbo”, se puede emitir boletas provisionales.

Georgia es un estado cuya población es casi la mitad negra y latina, personas que serían receptivas al mensaje de Stacey Abrams, pero que sin embargo no suelen votar en elecciones intermedias. Es una mayoría de una coalición demócrata en el sur, y ciertamente la mayoría de una coalición demócrata en Georgia, dice por su parte The New York Times.

Muchos de los republicanos de hoy, incluidos los de la Corte Suprema se han comprometido en una campaña deliberada para hacer que la votación sea más difícil. Han reducido las horas de votación y han agregado requisitos de identificación confusos e innecesarios, como el de la Identificación o ID de Votantes, amparados en la falsa presunción de un fraude electoral multitudinario, que sin embargo ha sido desmentido científicamente en varias ocasiones.

El Gerrymanderig

Por otro lado y desde luego en este abanico de formas de supresión del voto está la socorrida práctica del Gerrymanderig, o la favorita de lso partidos que es la manipulación deliberada de los límites del distrito legislativo para beneficiar a un partido o a otro. Esta práctica distorsiona el proceso electoral, socava la democracia y convierte las elecciones legislativas en un ejercicio sin sentido, dicen expertos.

Vale anotar que el impulso a las formas de supresión del voto de las minorías por parte de los republicanos se ha vuelto mucho más intenso en los últimos años en Virginia. “Tras un fallo de la Corte Suprema, que desechó una parte central de la Ley del Derecho al Voto, los estados del sur emprendieron una nueva cruzada de supresión, dice AP.

Bajo el sistema actual, el partido republicano en el poder en la Cámara de Representantes y en el Senado pueden trazar las líneas para servir a sus propios intereses, no a los de la comunidad. No obstante el estado de Virginia, entre otros, se halla sancionado por la Corte Suprema por mantener la práctica del gerrymanderín, que arroja una representación política desproporcionalmente en favor de los habitantes blancos, por lo que tiene que solicitar un permiso al máximo tribunal antes de mover las líneas distritales.

Con todo, Virginia está clasificada como la quinta peor entidad del país, en términos de representatividad política de sus habitantes. Los condados y las ciudades se dividen a la mitad o en múltiples partes para crear distritos fuertemente partidistas, que en la última década han estado bajo control de los republicanos, dice AP.

Pero volviendo a Georgia, la supresión empeora si se considera que bajo el pretexto de mantenimiento del padrón electoral la oficina de Brian Kemp ha cancelado más de 1.4 millones de registros de votantes desde 2012 a la fecha. Y casi 670 mil registros sólo en 2017, dizque para proteger a esa población contra el supuesto fraude electoral.

«Hemos demostrado que este proceso impide de manera desproporcionada que los solicitantes de las minorías ingresen en las listas de inscripción de votantes», dijo en una entrevista con AP Julie Houk, asesora especial del Comité de Abogados para los Derechos Civiles bajo la Ley, con sede en Washington.

Entre tanto Kemp culpa a Stacey Abrams de ser “una activista liberal” y de torcer el historial de Georgia como «guardián del fraude electoral”. Pero el Secretario de Estado/candidato a gobernador es criticado también por mantener el referido programa de verificación de datos exactos, y por la cancelación masiva de votantes registrados que no han acudido a votar en pasadas elecciones.

El estado de Georgia dice que los votantes cuyas solicitudes están congeladas o en estado «pendiente» tienen 26 meses para solucionar cualquier problema antes de que se cancele su solicitud o registro y aún pueden emitir un voto provisional.

Pero los críticos dicen que el sistema tiene un alto índice de error y censuran la disparidad claramente racial que produce ese gobierno■

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