De la redacción
Tras 5 años consecutivos de esfuerzos de base para intentar acabar con las detenciones y deportaciones, y destacar la continua violencia contra los inmigrantes presos, la agrupación civil, Resistencia al Centro de Detención del Noroeste (NWDC Resistance), en Tacoma, Washington, conmemoró su 5to aniversario. Y lo hicieron con una manifestación de protesta a las afueras de dicho centro de ICE, administrado por el poderoso Grupo GEO, la mayor corporación multinacional del mundo que construye cárceles y brinda servicios de seguridad y mantenimiento a los centros de detención de Inmigracion y Control de Aduanas.
Este aniversario se da paralelamente a una nueva huelga de hambre de mil 200 personas detenidas en dicho centro, “para exigir condiciones de detención humanitarias y el fin de las deportaciones”, con una protesta que atrajo la atención nacional sobre la prisión de inmigrantes de Tacoma, WA, dice uno de sus comunicados
A las afueras de esa cárcel más de 100 personas se reunieron también para apoyar la huelga de hambre. En ese evento, el NWDC Resistance, que surgió en 2014 para sostener la organización de personas detenidas anunció su cambio formal de nombre, al de La Resistencia, “para reflejar el compromiso del grupo, de resistir a todas las formas de detención y deportación”.
Pero cinco años después, el rechazo continúa con las personas detenidas y sus partidarios que siguen llamando la atención sobre las condiciones inhumanas que incluyen “aislamiento, salarios de 1 dólar al día por trabajos a veces extenuantes, alimentos de baja calidad, negligencia médica y represalias contra los huelguistas”.
Las co-fundadoras de NWDC Resistencia, Maru Mora Villalpando, Angélica Cházaro, Wendy Pantoja y Andrea Marcos hablaron sobre lo que queda por hacer en la lucha contra la detención y el ICE, y de las acciones de represalia del Grupo GEO y de ICE contra ellos.
Andrea Marcos compartió con Noticiero Latino de Radio Bilingüe las lecciones aprendidas. “Han sido 5 increíbles y duros años de vivir como La Resistencia, con una dedicación hacia la liberación colectiva en ese Centro de Detención del Noroeste”.
La experiencia ha incluido, dice Marcos, el aprendizaje sobre “cómo organizarse de manera más y más efectiva dentro y fuera de las instituciones destinadas a albergar aislamiento; cómo continuar participando estratégicamente en el trabajo de políticas a nivel local, nacional e internacional; cuándo decir no a la política oficiales… porque las personas no son desechables. No caeremos en la trampa de señalar al inmigrante ‘bueno’ o ‘malo’, y no lo haremos enfrentándonos entre sí para hacer más fuerte el complejo industrial de la prisión”.
Se trata de “ampliar aún más el poder y reforzar la dignidad colectivamente”, agrega Andrea Marcos, e incluye en el aprendizaje de La Resistencia “cómo tejer nuestro trabajo con temas relacionados o con los movimientos anticoloniales, la justicia de género, la justicia ambiental y otros más… Estamos construyendo este mundo ahora, hemos estado construyendo este mundo durante generaciones y lo seguiremos haciendo en el futuro”.
Por su parte Maru Mora Villalpando, quien enfrenta ella misma un proceso de deportación, como reportamos en su oportunidad, señaló los avances de La Resistencia. “En nuestra lucha nuestra, por ejemplo las huelgas se han expandido a otros centros de detención y cárceles locales, donde la migra también detiene a nuestra gente”.
Un ejemplo es Norcor, en el norte de Oregon, dice Villalpando, “a donde detenidos de Tacoma son transferidos como represalia por hacer huelgas de hambre, que desde el 2017comenzaron también en Norcor, y lograron poner presión para que el administrador de esa cárcel renunciara. Ahora les cambiaron el menú, y algunos reportan que la comida ha mejorado en comparación a Tacoma”.
Gracias a las huelgas de hambre en Tacoma se hizo la suficiente presión para que el gobierno del estado de Washington, y el procurador estatal sometieran una demanda contra el Centro de Detención del Noroeste (NWDC) por no pagar el salario mínimo a las personas detenidas que ponen a trabajar allí. “Y por supuesto, la gran mayoría de esa gente en el estado ya está consciente de que este centro de detención existe, y vemos más gente uniéndose a nuestra causa exigiendo el cierre de ese lugar”, sostiene Villalpando.
Falta, dice, “voluntad política de los funcionarios locales… un interés honesto por parte de los políticos en general para cerrar esos lugares”. Y deplora que “algunos de los que se han pronunciado en nuestro favor lo han hecho con interés de ganar votos, y una vez que llegan al poder cambian de opinión o dicen que hay que reformar en vez de desmantelar este sistema de detención y deportación”.
Y por supuesto, agrega la activista, “nos falta que el resto de nuestra propia comunidad acepte poner su granito de arena y hacer algo para terminar con esta pesadilla. Por lo tanto nuestra estrategia sigue siendo la misma: seguir liderando la causa en favor de la gente detenida, y presionar a todos los niveles para que todos los sectores de la sociedad tomen responsabilidad por su participación en la creación de estos sistemas, y ayuden a desmantelarlo”■