De la redacción
Muchos latinos en Estados Unidos y en sus países de origen enfrentan su inseguridad material y su alejamiento de las fuentes formales de ahorro practicando el colectivismo. Por debajo del radar generan crédito y riqueza social en un “banco” informal al que tienen derecho para sacar dinero a corto y largo plazo, en situaciones de emergencia y en la jubilación. Aunque no resuelve del todo el tema del retiro.
Una ‘red de seguridad social, informal pero efectiva’, como la llama Samuel Orozco en Línea Abierta, el programa que habitualmente conduce, “Es sin acceso a crédito bancario o a cuentas de ahorros acumulados; muchos de sus usuarios dependen de la ayuda de sus conocidos para sostenerse y mantenerse a flote en lo que se ha dado en llamar una ‘boya financiera’. «Así es como gracias a ese apoyo colectivista, de familiares, paisanos o amigos, pues muchos logran cubrir gastos de vivienda, gastos médicos, de cuidados de niños y en fin, las necesidades más básicas”, dice Samuel Orozco.
Utilizando la Encuesta de Ingresos y Participación en Programas (SIPP), de la Oficina del Censo de EE. UU., las investigadorsa Karen Richman, antropóloga cultural y directora de estudios de pregrado de la Universidad de Notre Dame en el Instituto de Estudios Latinos en Indiana, que junto con su colega y coautora del estudio, Joelle Saad-Lessler, profesora asociada de docencia y decana asociada de estudiantes universitarios en el Instituto de Tecnología Stevens, entrevistaron aproximadamente a 30 mil encuestados; y encontraron que muchas personas en Estados Unidos depende de redes informales de familiares y amigos para mantenerse a flote.
Al efecto, realizaron una de las encuestas más grandes e informativas a nivel nacional que se hallan disponibles, y diseñaron un medio para medir el colectivismo de los estadunidenses asignando «puntajes de colectivismo», sus usos del referido banco informal, en comparación con su participación en el sistema de ahorro convencional o formal.
Esta red de solidaridad entre comunidades de escasos recursos, “es una costumbre que cada día gana más terreno en Estados Unidos”, señala Orozco, también Director de Noticias de Radio Bilingüe. Esto, dice, son las costumbres, el bagaje cultural que traen los inmigrantes a este país en su maleta. «Es un valor ético» que va a regir sus relaciones personales y con la comunidad.
Pero el problema viene a la hora de tratar de jubilarse, insiste Orozco. “El sistema de jubilación en Estados Unidos no está precisamente diseñado para gente que cultiva este tipo de costumbres colectivistas. El sistema de seguro social para la gente mayor en Estados Unidos es un sistema de cuentas de ahorro individual. Y es ahí donde se produce a veces un choque que tiene sus consecuencias en la economía de estas familias trabajadoras inmigrantes”.
Y es que en efecto, de acuerdo con el estudio de Richman y Saad-Lessler, “cuanto más alto sea el puntaje de colectivismo de una persona (o su integración en redes informales de intercambio), menores serán sus ahorros para la jubilación”.
La Dra. Richman sostiene que los latinos, los mexicanos constituyen el centro de sus investigaciones. “Llevan una cultura, una moralidad y una ética comunitaria, ‘familiarista’ y de solidaridad de grupo, que es más importante que las ganancias del individuo… donde la generosidad es muy importante… para nivelar las inequidades sociales… a través de las ceremonias rituales como bautizos y bodas… O sea, en lugar de que el individuo sea el más importante, en este sistema las personas van creando y reforzando esta moralidad mediante legados, invitaciones a pasar tiempo junto en las casas…”, para ayudarse a sobrellevar estos tiempos de coronavirus.
“Es una riqueza social, que no es material sino que se produce a través de actos simbólicos. Y es parecido al crédito bancario”, en base a inversión de relaciones sociales. “La idea de ahorrar para el colectivo es vista desde hace mucho tiempo como una práctica moral. Pero la idea de ahorrar para uno mismo, hasta el periodo moderno estaba asociada con la inmoralidad. La codicia era el peor pecado”, explica la Dra. Richman.
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Este banco informal que viene siendo la comunidad, en las comunidades latinas, nos dice Orozco, “está funcionado sobre todo para situaciones de emergencia, como la que actualmente vivimos. Una emergencia de salud pública y una crisis económica. Sin embargo, en el caso de la jubilación, ahí se presentan algunos problemas».
Enfocaron la referida investigación en los latinos, dice la Dra. Richman. “Los latinos son mucho más colectivistas que la población estadunidense en general…». Pero, «entre más colectivistas son las personas menos son sus ahorros individuales…, para su jubilación”.
Dicen que muchos de los que han invertido en sus redes de ayuda mutua,»en sus lasos colectivistas informales», apunta Orozco, «que no se han preocupado por ahorrar dinero para los años de la tercera edad, de la jubilación. Algo que sí hacen los que siguen el modelo de economía individualista. Y esto pone a muchos latinos en desventaja, los hace vulnerables a la inseguridad”.
–¿Cómo conciliar las muy nobles tradiciones colectivistas de los inmigrantes, con el sistema de seguro social que gobierna en Estados Unidos, orientado a servir al derechohabiente como individuo. ¿Cuáles son sus recomendaciones? –pregunta Orozco.
“Tenemos que luchar por una política que apoye la jubilación. Que todos se jubilen con dignidad… la desaparición de los programas de pensión fue muy malo. Y ahora están muy a riesgo, con los 401K y el IRA… y al mismo tiempo tenemos que respetar la moralidad colectivista, de interdependencia que llevan los inmigrantes”, señala la Dra.
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Lo que encontraron las investigadoras en la Encuesta de Ingresos y Participación en Programas (SIPP):
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Cuanto más alto sea el puntaje de colectivismo de una persona (o su integración en redes informales de intercambio), menores serán sus ahorros para la jubilación.
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Cuanto mayores sean los ahorros formales de una persona para la jubilación (o su capacidad para ser financieramente independiente), menor será su participación en la reciprocidad colectivista.
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Los más jóvenes dependen del apoyo colectivo hasta en un 21 por ciento de sus ingresos.
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A medida que las personas envejecen, el apoyo colectivo disminuye en importancia en relación con otras fuentes de ingresos, alcanzando un mínimo del 3 por ciento entre los ancianos.
Desafortunadamente, sólo una décima parte de los adultos mayores estadunidenses informan recibir apoyo de su red y aquellos que lo hacen tienen mayores niveles de seguridad material y bienestar.
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Las personas mayores en redes colectivistas tienen más seguridad financiera y un mejor estado de salud (en comparación con aquellos que no están involucrados en redes colectivistas).
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Después del Seguro Social, el siguiente componente más importante de los ahorros de los prejubilados no son los ahorros formales, sino sus activos colectivos informales, que comprenden del 12 al 18 por ciento del ahorro total.
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Teniendo en cuenta el valor de los activos de la Seguridad Social, solo el 86 por ciento de los prejubilados sin activos colectivos cumplen o superan su objetivo de ahorro; esa cifra sube al 94 por ciento para los estadunidenses con activos colectivos.