Noticiero Latino, Nueva York
El país celebró ayer la conmemoración del 50 aniversario de la promulgación de la Ley de Derechos Civiles firmada el 2 de julio de 1964 por el entonces presidente de Estados Unidos, Lyndon B. Johnson, suceso que un siglo después del fin de la esclavitud, en el sentido clásico, puso punto y final a uno de los capítulos menos gloriosos de la historia de este país: el maltrato sistemático a los ciudadanos por el color de su piel.
«Gracias al movimiento de los derechos civiles y a las leyes que firmó el presidente Johnson se abrieron para todos nuevas oportunidades», dijo Barack Obama a propósito del 50 aniversario de la ley, cuando fue el orador principal e invitado de honor de la ceremonia de inauguración de la biblioteca en memoria de Johnson en abril de este año, reporta en su oportunidad Prensa Asociada (Ap). Leyendo entre líneas, el mandatario podría haber estado refiriéndose a su propia historia personal como ejemplo.
El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio no se quedó atrás. Hizo un emotivo reconocimiento al activismo social. “Hoy celebramos a aquellos que obligaron al Congreso a actuar…. a las generaciones de estadunidenses cuyos sacrificios silentes establecieron las bases para una victoria que nunca verían… Debemos, como dijo el presidente Johnson al promulgar la ley, ‘eliminar los últimos vestigios de injusticia en nuestro amado país’. Hoy, 50 años después… aún queda trabajo por hacer”.
Haciendo eco a las palabras del alcalde el Fiscal General de Nueva York, Eric Schnaider apuntó: “…El Acta fue una victoria monumental para los activistas de derechos civiles en su lucha para erradicar las leyes ‘Jim Crow’ -que habían establecido la discriminación generalizada por motivos de raza. Durante cincuenta años, la Ley de Derechos Civiles de 1964 ha protegido a los neoyorquinos de la desigualdad institucionalizada. Estableció el derecho a un trato justo en el empleo, en la vivienda, en la educación y en el acceso a lugares de servicios públicos y el transporte”.
Pero todo estos elogios al ex presidente Johnson obvian las políticas públicas en los distintos rubros de aquella administración, y rara vez la firma de un presidente cambia realmente la vida de generaciones enteras. Es decir, la realidad no cambia por decreto.
Como se sabrá, la ley aseguraba -teóricamente- por primera vez a las minorías los mismos derechos que a los estadunidenses de la raza blanca, haciendo que los empleadores ya no pudieran seleccionar a sus empleados de acuerdo al color de la piel, su origen étnico, su religión o su sexo. Y las prohibiciones vigentes para los negros en autobuses y trenes, cines, restaurantes o tiendas se volvieron ilegales. El derecho a votar ya no podía limitarse. Y también se levantó la separación por razas en las escuelas. Y hubo avances en estas áreas pero algo pasó y hoy por ejemplo la segregación ha vuelto por sus fueros. Esto es cierto en la vivienda, que se refleja lastimosamente en las escuelas. Las de Nueva York son las más segregadas de la nación según estudios que hemos dado a conocer oportunamente en este espacio informativo. La riqueza se ha polarizado, y concentrado en menos del un uno por ciento más rico de la población, y una enorme cantidad de estados se han dado a la deshonrosa tarea -según los criterios de la referida ley- de suprimir, desalentar o dificultar el voto de las minorías, que por singulares razones tienen un peso importante en las urnas, al inclinar la balanza hacia uno de los lados en contiendas reñidas. O la discriminación -y hasta persecución- a los de la religión musulmana, o la discriminación económica o salarial contra las mujeres y los indocumentados, o el rechazo en casi todos los órdenes a los homosexuales, y una larga lista de etcéteras que cada día aleja más el dorado sueño y la legítima aspiración de alcanzar las metas más altas de la referida ley, que cumplió ayer sus 50 años de edad y que se vitoreó con bombos y platillos. Existen datos que sustentan estos señalamientos, algunos de los cuales ya han sido expuestos en nuestras ondas hertzianas y en nuestro sitio electrónico, temas que seguiremos visitando en estas páginas.
Aunque ha habido muchos y grandes avances sociales en casi todos los ámbitos de la vida social, persisten sin embargo fuertes resabios de las formas más groseras de la cultura y los pasajes más oscuros de la historia de la discriminación en este país. Citaré uno de factura muy reciente, porque tiene que ver con los ideales de la Ley de Derechos Civiles, como el de la eliminación en su época de “… las prohibiciones vigentes para los negros en autobuses y trenes”. Y porque circuló ayer –¡justo en el cumpleaños!- de manera viral en las redes sociales, y que suscitó un debate sobre el tema del racismo y la discriminación, la actuación de la policía y los derechos ciudadanos, que reveló la existencia de diversos puntos de vista, como el de algunos que justifican quizás sin entender esta discriminación tantas veces brutal.
Se trata de un pasaje filmado con un teléfono de un aficionado usuario del subway o tren subterráneo de Nueva York. Se pierde el inicio de la filmación, pues ésta comienza con una escena en movimiento de dos policías del NYPD tratando de someter a un hombre negro y pobre que se quedó dormido en el tren al regreso del trabajo. Eso dijo. Aquí obviaremos que aunque en efecto los negros pueden viajar ahora libremente en el tren urbano gracias a dicha ley, sin embargo no así siempre, no para negros y latinos y/o pobres, se les hace caro este transporte. ¡Porque es caro!, aunque todo puede ser relativo. En la primera escena que podemos apreciar el hombre negro, que es grande y fuerte, forcejea con los dos policías, uno blanco y la otra una mujer (en realidad son tres, uno encubierto que permanece sentado, impávido, viendo la escena desde su rincón en el vagón, y que resulta ser un encubierto que se va a incorporar más tarde a la refriega); en ocasiones, durante el forcejeo, el negro pone contra la pared al policía, que no desiste en su empeño. El hombre negro grita repetidamente que le digan por qué lo quieren someter. Y se pregunta “¡¿FOR WHAT?! ¡¿FOR WHAT?! ¡¿FOR WHAT?!”. ¿Porque me dormí? ¿Porque venía dormido? ¡Vengo de mi trabajo!”. La escena se repite por unos cinco minutos.
La temperatura sube hasta el límite de la violencia contenida, que está a punto de estallar en cualquier momento; y cuando el tren llega a la estación, se abren las puertas, entran otros policías previamente puestos sobre aviso por radio, y mejor vea usted este enlace para que juzgue por sí mismo. Lo que es digno de anotar es que mucha gente, sin haber visto cómo comenzó todo, opinó que en esas circunstancias la policía actuó como debía de ser; “en el metro no se permitía dormir” y por eso estaba bien. Además, “en Nueva York no se vale andar sin identificación”, y cosas por el estilo (en la grabación los policías piden una identificación -show me your papers- al hombre negro, que en la discusión de la red se convierte rápidamente en “el sujeto”, o “el páisa”), y éste reusaba mostrarla apelando a su derecho constitucional, aun sin mencionarlo con estas palabras), tratando de contener su propia fuerza y su ira para no pasar a mayores. Como usuario del tren de Nueva York durante un cuarto de siglo, he visto dormir a mucha gente durante su trayecto. Yo mismo he dormido en el tren. Francamente, incidentes como el del video ocurren comúnmente contra los negros y los latinos o contra los más pobres e indigentes.
Sea como sea, la Cuarta Enmienda de la Constitución Política de Estados Unidos “…requiere que las pesquisas y aprehensiones conducidas por una autoridad del gobierno deben ser ‘razonables’… El Tribunal Supremo ha dicho que algunas pesquisas y aprehensiones pueden violar los requerimientos razonables de la Cuarta Enmienda, incluso si la aprensión se ha realizado con una orden judicial basada en una causa probable y limitada en cuanto a sus facultades”. Y la Octava Enmienda, “…prohíbe los castigos ‘crueles e inusuales’, con un acento en prohibir los castigos ‘irracionales'» (Wikipidia).
La discusión que se dio en la red, que se desprende del referido video es sin duda interesante, en mi opinión. Y así como hay quienes defienden la actuación de la uniformada, hay opiniones como esta: “…la ley no es para todos, los azules no protegen más que los intereses de sus amos burgueses, ellos existen para reprimir y aterrorizar a la gente trabajadora, hay que ser ingenuo para pensar que estamos protegidos por sus leyes».
Una buena manera de celebrar los 50 años de la ley es -creo yo- discutirla y mejorarla en la vida diaria, obviamente con la participación activa de la sociedad. Comenzar a discutir este tema en la red puede ser un buen signo.