Muchas calamidades han tenido que atravesar a lo largo de las décadas los migrantes del programa Temporal de Trabajadores Agrícolas con la visa H-2A, desde mediados del siglo 20 cuando empezó. En siete décadas de luchas contra la explotación y el racismo, han podido obtener mejores salarios; pero dejando rezagados otros derechos laborales y humanos que tienen que ver con formas “modernas” del esclavismo. Dos expertos hablan aquí en Línea Abierta, desde la doble perspectiva del activismo pro los derechos laborales de los trabajadores agrícolas, y desde la experiencia de haber sido pastor de ovejas por muchos años viviendo en condiciones adversas muchas veces.
Marco Vinicio González
Un gremio laboral muy singular entre los trabajadores agrícolas es el de los pastores de ovejas, también conocidos como borregueros. Este oficio se ejerce casi siempre en la soledad de la montaña y las ovejas, prácticamente durante todo el día, los siete días de la semana y los 365 del año.
No hay tiempo siquiera para ir al doctor, teniendo prohibido cualquier contacto con otra persona ajena a la soledad del borreguero, las montañas y las ovejas, viviendo en sitios con condiciones muy precarias ante los rigores del invierno frío y el verano caliente, tantas veces sin agua potable para tomar, ni mucho menos para el aseo personal y sin acceso a otros servicios.
Y es que “Los pastores deben estar en el lugar de trabajo las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Aún así, estos trabajadores H2A, en su mayoría inmigrantes, no son elegibles para recibir el salario mínimo ni los beneficios de pago de horas extra que se otorgan a otros trabajadores agrícolas”, dice Línea Abierta en su introducción, donde su conductora Chelis López entrevista a dos expertos que analizan las nuevas regulaciones federales y estatales, y los esfuerzos para reformar las protecciones laborales de los pastores de ovejas en el programa H2A.
El activista laboral Chris Schneider, desde Fresno, California, y Heraclio Astete, expresidente de Sheepherders Union, con cede en Bakersfield, platican con Chelis López sobre estos temas.
“Muchas veces los patrones se fijan para que no deban tener contacto con otras personas, y si tienen contacto, pues hay represalias”, dice Schneider. “Los ovejeros no están incluidos en las leyes de salario mínimo, ni federales ni estatales. Pero en los años ’90 y dos mil, pusieron un proyecto de salario mínimo para los pastores pero fue rechazado…”, señala por su parte Astete.
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Schneider insiste en que la enfermedad recurrente entre los campesinos en Estados Unidos conocida como ‘Fiebre del Valle’ es muy común entre los borregueros. Y que en ocasiones se ha culpado a los trabajadores migrantes de haber traído con ellos la enfermedad de sus países de origen, donde esta enfermedad no existe y por tanto no se sabe cómo curarla. Además que al solicitar la visa H-2A se pasa por una serie de rigurosos exámenes médicos. Con todo, se les ha expulsado enfermos de regreso a su país natal.
En cuanto al nuevo sueldo mínimo para los ovejeros es de 3 mil 444 al mes, frente a los 600 de hace unos 10 o 20 años, aunque el salario mínimo varía para aquellas personas que tienen trabajando 25 trabajadores o más, frente a quienes tienen menos de 25, dice López.
–Explíquenos esto, Chris.
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De la forma más irresponsable hay empleadores que deciden mandar enfermos de regreso a sus países de origen a los borregueros del “programa huésped”, y hasta los acusan de ser los portadores originales del virus que causa la fiebre del valle, como fue el caso de Estetes, quien estuvo a punto de subirse al avión que lo llevaría de regreso enfermo a su Perú natal, pero que por consejos de amigos y médicos decidió quedarse en California a luchar contra la enfermedad.
¿Qué avances ha habido en la luchas por los derechos de estos trabajadores migrantes ovejeros? Escuche: