La semana pasada, la abogada de migración Hannah Flamm “sólo tuvo horas para tratar de detener la repatriación de una cliente de 14 años de edad, tras enterarse de que la niña tenía ya reservado por ICE un vuelo a las 3 a.m. hacia Honduras”.

Y desde finales de marzo hasta mayo, los casos confirmados de COVID-19 entre los mil 500 niños migrantes no acompañados que se encuentran recluidos en casi 200 instalaciones contratadas por el gobierno federal aumentaron de cuatro a 68, según datos de ORR.

«A mí me destrozaron la vida con lo que le paso a mi hermano. Él estaba bien, les pido por favor que tuvieran un poquito de consideración porque no es justo que pase todo esto”.

Pero no simplemente lloramos y lamentamos este trágico robo de vida en este peligroso momento. Juntos, conectamos y compartimos y construimos poder colectivo para exigir responsabilidad.