El voto latino joven y la generación del ‘yo no me dejo’

Manifestantes contra Trump en Milwaukee, 29 de marzo de 2016. Foto: Joe Brusky / www.dissentmagazine.org.

Manifestantes contra Trump en Milwaukee, 29 de marzo de 2016. Foto: Joe Brusky / www.dissentmagazine.org.

Maribel Hastings

Ahora que 2019 tiene sus días contados, cuesta creer que en febrero de 2020 arrancan los primeros caucus o grupos de legisladores partidistas, y las lecciones primarias del año electoral; cuando Donald Trump buscará reelegirse para otros cuatro años en la Casa Blanca. Esto, claro, si el elegido o la elegida demócrata no puede darle la pelea en las urnas el 3 de noviembre del año entrante.

Con esto también comienzan los pronósticos en torno al papel que jugarán los diversos sectores de votantes, ya sea en ayudar a los demócratas a vencer a Trump o, en caso de quedarse en casa y no votar, ayudar a Trump a reelegirse.

Uno de esos grupos son los latinos y, en esta elección, particularmente los jóvenes latinos son uno de los grupos más observados por su apoyo a políticas progresistas en diversos rubros, sobre todo en inmigración; posturas que han puesto a sudar a más de uno de los aspirantes a la nominación presidencial demócrata.

Como es sabido, los latinos no somos un grupo homogéneo en ningún aspecto, ideológicamente hablando. Y si a eso se le suman las diferencias generacionales, es de anticiparse un crisol de ideas conservadoras, moderadas y progresistas que suponen un reto para cualquier político demócrata que busque el apoyo de este sector.

El factor generacional es clave. Atrás han quedado los días de la total fidelidad a un solo partido por tradición o herencia. Poco a poco los latinos han aprendido que su voto no se regala simplemente porque la familia siempre ha pertenecido a uno de los dos principales partidos políticos.

Las nuevas generaciones exigen compromisos y resultados, y enfrentan a los candidatos sin timidez. En Puerto Rico se les conoce como la generación del “yo no me dejo”, en alusión a no dejarse embaucar por palabrerías y promesas huecas que nunca resultan en verdaderos cambios. Fue la generación del “yo no me dejo” la que en la Isla fue punta de lanza del movimiento popular orgánico que en el verano de este año forzó la renuncia del exgobernador Ricardo Rosselló.

Esa misma generación del “yo no me dejo” es la que entre los hispanos de Estados Unidos enfrentan a los sectores partidistas tradicionales exigiendo cambios. Es a la que pertenecen cientos de miles de jóvenes indocumentados que hicieron a un lado el miedo para representarse a ellos y a sus padres indocumentados, a fin de exigir políticas migratorias justas.

Este fin de semana un artículo de NBC News precisamente aborda cómo el factor generacional supone un enorme reto para los precandidatos demócratas que buscan cortejar el voto latino joven, cuyo apoyo no está automáticamente garantizado.

La nota alude a cómo las nuevas generaciones de latinos abogan por políticas migratorias más progresistas, entre estas, una moratoria a las deportaciones o la discriminalización de los cruces sin documentos sobre propuestas de amplia legalización que de momento no progresarían. Un joven activista citado en el artículo confrontó al precandidato Joe Biden, cuyas posturas son más tradicionales y moderadas, en torno a la moratoria, y Biden le respondió que “debería votar por Trump”.

Y ahí está el meollo del asunto. Cómo pueden los demócratas apelar a los votantes latinos jóvenes si sus propuestas migratorias son más tradicionales, a fin de apelar a otros sectores latinos más moderados y conservadores y con presencia en estados clave en la lucha presidencial.

Pertenezco a la generación de los boomers, al último año, 1964, pero debo decir que mis posturas ni son tradicionales ni tan moderadas. Estoy registrada como Independiente y no me caso con ningún partido. Voto por candidatos, no por partidos. Me ajusto a los tiempos y apoyo las luchas de las nuevas generaciones. Comparto la idea de la generación del “yo no me dejo” de no creerle la palabrearía a los políticos y de exigir políticas no tradicionales que fuercen cambios reales.

Lo único que me cuestiono en este momento es qué ocurrirá si el abanderado demócrata no es del agrado de las generaciones más jóvenes. ¿Optarán por quedarse en casa como ocurrió en 2016 con muchos seguidores de Bernie Sanders molestos porque Hillary Clinton fue la nominada? Eso fue un factor en la victoria de Trump, pues no hay que olvidar que ganó el Colegio Electoral por menos de 80 mil votos en tres estados: Pennsylvania, Michigan y Wisconsin. Clinton ganó el voto popular.

La posibilidad de que Trump se reelija y continúe su cruel guerra contra los inmigrantes y las minorías debería ponerle los pelos de punta a todos los que abogan por los inmigrantes, por la justicia, la igualdad y la simple decencia. Una vez que se seleccione un nominado o nominada, mi humilde opinión es que hay que cerrar filas si la intención es evitar la reelección de Trump.

Si el candidato o la candidata demócrata es electo o electa, entonces el electorado que lo encumbre debe pasarle factura exigiendo cambios reales y no aceptar promesas vacías ni conatos de acción. Y lo mismo va para los demócratas si mantienen la Cámara Baja o logran capturar el Senado.

Entonces la generación del “yo no me dejo” seguirá liderando la lucha por el respeto y para que los políticos no den por hecho el voto latino.

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