Voto latino en Texas, «mina de oro sin explotar»

Luego de hacer una larga fila para votar por adelantado, este joven latino muestra con orgullo su participación efectiva en este ciclo electoral. Foto: www.nbcnews.com.

Luego de hacer una larga fila para votar por adelantado, este joven latino muestra con orgullo su participación efectiva en este ciclo electoral. Foto: www.nbcnews.com.

Maribel Hastings, Houston, Texas

En escasos días se sabrá si la “Betomanía” generada por la candidatura del demócrata Beto O’Rourke al Senado federal frena o no los intentos de reelección del senador republicano en funciones por Texas, Ted Cruz.

Las encuestas, empero, apuntan a una lucha cuestarriba para O’Rourke, aunque el más reciente sondeo de Quinnipiac lo coloca sólo 5 puntos por detrás de Cruz.

Si O’Rourke gana, sería sin duda una de las grandes historias del ciclo electoral 2018, dándole a los demócratas esperanzas de penetrar el dominio republicano en Texas, que no tiene un senador demócrata desde hace 25 años. Igualmente, la última gobernadora demócrata fue Ann Richards, electa en 1991, pero en 1994 perdió la reelección ante George W. Bush.

Si O’Rourke pierde, de todos modos ha ganado experiencia y reconocimiento nacional nada desdeñables, en caso de que contemplara aspirar a otros cargos; por ejemplo, la nominación demócrata a la presidencia en momentos en que su Partido Demócrata comienza a buscar figuras capaces de arrebatarle a Donald Trump la posibilidad de reelegirse en 2020, o de competir efectivamente en 2024.

Y en una atmósfera política tan tóxica como la actual, O’Rourke ha sido como una bocanada de aire fresco ante el acartonado Cruz, quien tiene el apoyo de Trump, que en los comicios de 2016 se burló no obstante de la apariencia física de la esposa de Cruz, y trató de implicar a su padre en el asesinato de John F. Kennedy.

O’Rourke ha conducido una campaña positiva en un entorno venenoso. No tiene un Comité de Acción Política (PAC) y recaudó 38 millones de dólares en donaciones de 802 mil 836 individuos en el último trimestre reportado. Ha recorrido los 254 condados del territorio texano y ha apelado no sólo a los demócratas, sino a republicanos desafectos, y a todos los sectores electorales, incluyendo los hispanos.

La interrogante es si O’Rourke puede compensar los votos mayormente anglosajones, conservadores y de gente mayor que se llevará Cruz. De ahí la importancia de que electores de baja propensión a votar, incluyendo los latinos y los jóvenes, acudan efectivamente a las urnas el día de la elección.

El registro de votantes aumentó en Texas, mientras la participación en el voto por adelantado, que termina el 2 de noviembre, supera los niveles de la elección intermedia de 2014. ABC 7 en El Paso, de donde es oriundo O’Rourke, reportó que el entusiasmo es evidente entre los jóvenes de esa ciudad: “En los primeros siete días de votación temprana, la cifra de votantes de 18 a 29 años de edad era 58 por ciento más alta que la participación de ese mismo grupo de votantes en la última elección intermedia (en 2014)”.

Si O’Rourke pierde esta elección, la interrogante es: ¿qué harán los demócratas? ¿Tirar la toalla y resignarse a que Texas seguirá siendo territorio republicano? ¿O capitalizará sobre la ola de entusiasmo y participación que ha generado la candidatura de O’Rourke, particularmente entre votantes jóvenes, uno de los sectores que tiende a tener bajos niveles de participación?

Para Sylvia Manzano, doctora en Ciencias Políticas y codirectora de la firma encuestadora Latino Decisions, es importante aclarar que un triunfo de O’Rourke no supone automáticamente que Texas pasaría de ser rojo republicano a ser azul demócrata; “porque es sólo una contienda al Senado. Un escaño”.

Si los sondeos están en lo correcto, O’Rourke perdería. “Pero incluso si pierde con un porcentaje superior al 45%, demostraría que los demócratas han avanzado en Texas”, explicó Manzano.

La preocupación para los demócratas, agregó la especialista, sería cómo lograr que la gente se mantenga entusiasmada, sobre todo de cara a la elección general de 2020.

La idea de que Texas es sólidamente republicana ha hecho, durante las pasadas dos décadas, que tanto demócratas como republicanos no inviertan para registrar y movilizar votantes.

“Si O’Rourke pierde, volvemos a donde empezamos en términos de falta de inversión, outreach y registro”, advirtió Manzano. “Sería improbable que llegue el dinero a Texas para fines electorales, a menos que los demócratas ganen otros escaños al Congreso y en la legislatura estatal”.

Latino habla sobre los temas más apremiantes que afectan a su comunidad durante una larga línea de espera para votar por anticipado en Texas. Foto: www.msnbc.com.

Latino habla sobre los temas más apremiantes que afectan a su comunidad durante una larga línea de espera para votar por anticipado en Texas. Foto: www.msnbc.com.

El Voto Latino en Texas

Existe la noción de que los votantes hispanos de Texas son conservadores, aunque “en realidad son mayormente demócratas y entre 25% y 30% son republicanos”, dijo Manzano. “De hecho, la forma en que votan refleja que no son necesariamente conservadores”.

Antonio Arellano, director de comunicaciones del grupo cívico Jolt, con sede en Austin, Texas, explicó que el estudio ‘We Are Texas’, llevado a cabo por su organización entre mil 16 jóvenes hispanos de este estado, encontró que 32% se identificaron como demócratas; pero 34% dijo no saber con qué partido se identifican. Sólo 13% dijo ser republicano y el 16% independiente.

El cuidado médico universal, las protecciones para los inmigrantes y la justicia, y equidad racial son los temas centrales para estos votantes, con 29%, 28% y 20%, respectivamente. Estos son temas considerados progresistas.

Como en otros estados a través del país, son los grupos cívicos locales como Jolt los que se han dado a la tarea de educar, registrar y movilizar votantes en Texas. Durante los pasados dos meses Jolt ha tocado cerca de 50 mil puertas. Jolt identificó un universo de 35 mil votantes latinos jóvenes que nunca han sido contactados por las campañas, y que es muy probable que no voten. De esos, 4 mil 500 ya han votado en este ciclo.

“Son los grupos locales los que están invirtiendo más en movilizar a esos votantes que lo que hacen los Partidos Demócrata y el Republicano y, de hecho, los partidos apelan a los grupos para saber cómo abordar a estos electores”, agregó Arellano.

El activista reconoce que, por ejemplo, la campaña de O’Rourke ha hecho esfuerzos para energizar y movilizar a los votantes latinos jóvenes. “Pero uno o dos eventos, o dos anuncios digitales no son suficientes. Necesitamos una inversión de todo el año en esta comunidad”, comentó.

“Esta contienda está siendo monitoreada muy de cerca como indicador de si se debe o no invertir en los votantes latinos. Y si Beto pierde, dejar de invertir sólo perpetuará el problema como en un círculo vicioso: los latinos no votan y los políticos no invierten porque los latinos no votan. Es imperativo que, gane o pierda Beto, los partidos políticos se den cuenta de que el electorado latino en Texas es una mina de oro sin explotar: 50% de los texanos menores de 18 años de edad son latinos, y más del 90% de ellos serán elegibles para votar en la próxima elección presidencial e intermedia”.

Sin duda una mina de oro sin explotar■

Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice.

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