Por Harold Pierce & Stephanie Innes The Center for Health Journalism Collaborative
Rick Parker sabía que tenía fiebre del valle, pero los médicos no le indicaban los análisis correspondientes.
Este hombre de 48 años se encontraba buscando oro en Mojave, California en el año 2013 cuando inhaló un poco de polvo. Poco después comenzó a sentirse fatigado, tuvo tos, dolor pulmonar y escalofríos.
Parker, oriundo de Phoenix, había oído hablar sobre la fiebre del valle mientras vivía en Arizona, estado donde miles de personas contraen esta enfermedad todos los años. Sin embargo, cuando les solicitó a los médicos de Torrance, California que le indicaran los análisis correspondientes, estos se negaron.
Los médicos de la sala de urgencias del Centro Médico Torrance Memorial le informaron que ninguna persona en Los Ángeles tenía posibilidad de contraer la fiebre del valle, y en vez, lo diagnosticaron con tuberculosis. A continuación, la doctora especialista en medicina general que lo trató consideró que tenía neumonía, pero luego volvió al diagnóstico inicial de tuberculosis. Parker afirma que la doctora estaba a punto de comenzar con el tratamiento para el cáncer de pulmón, y por lo tanto, él decidió encerrarse en su consultorio y exigirle que le indicara el análisis para detectar la fiebre del valle.
“Sabía lo que tenía y no iba a aceptar un diagnóstico equivocado de cáncer de pulmón y permitir que me extirparan un pulmón sin ningún motivo”, señala Parker. Cuando los análisis indicaron un resultado positivo, la doctora de medicina general llamó para disculparse, afirmó Parker, y le admitió que era su primer paciente con fiebre del valle.
“Es una frustración, y es más frustrante todavía cuando uno sabe lo que tiene y nadie quiere escuchar”, afirma Parker.
Parker debió enfrentarse a uno de los aspectos más difíciles de la fiebre del valle: la falta de conciencia entre los médicos, aquellos individuos en los que los pacientes tienden a depositar toda su confianza.
La fiebre del valle, también conocida como Coccidioidomicosis, ocurre cuando las esporas micóticas, comúnmente encontradas en la región suroeste de Estados Unidos, se dispersan por el aire y son inhaladas por seres humanos. La mayoría de las personas no desarrolla síntomas, pero algunas sufren fiebre, tos, fatiga extrema y sarpullidos, entre otros síntomas. En algunos casos poco frecuentes, las esporas micóticas pueden propagarse al torrente sanguíneo, infectando así otros órganos y causando meningitis micótica, lo que provoca problemas de salud crónicos e incluso la muerte.
Recientemente los casos han sufrido un aumento, y en California se registró la mayor cantidad de casos en la historia.
Todos los médicos locales en el Valle Central de California y el corredor de la fiebre del valle en Arizona –incluidos los condados Maricopa, Pinal y Pima– deben poder reconocer los síntomas de la fiebre del valle, afirman las autoridades de la salud pública. Aunque esto resulta un gran desafío en una región con atención médica insuficiente, que además es conocida por tener una alta rotación de nuevos médicos. Algunos de estos médicos, una vez que comienzan a comprender la enfermedad y adquieren las aptitudes adecuadas para diagnosticarla, cambian de trabajo y localidad buscando nuevas oportunidades profesionales, señalan las autoridades de la salud pública.
A pesar del alto índice de infección en el Condado Kern y en todo el estado de Arizona, no existe una orden de que todos los médicos nuevos se sometan a una capacitación sobre la fiebre del valle y su diagnóstico adecuado. Tampoco se han establecido un conjunto de mejores prácticas previamente acordadas a fin de aumentar la conciencia entre el cuerpo médico. Asimismo, tampoco queda claro si los profesionales médicos están al tanto si quiera del aumento en los casos de fiebre del valle, dado que los condados no cuentan con pautas uniformes que establezcan cuándo declarar una epidemia, ni tampoco están equipados para divulgar el mensaje de manera eficaz.
Cuando se observa un incremento en los casos, o cuando los laboratorios reciben más solicitudes para realizar análisis de detección de la fiebre del valle, el Departamento de Servicios de Salud Pública del Condado Kern envía comunicados a los sistemas hospitalarios y compañías aseguradoras de la salud. Sin embargo, continúa siendo un enigma si dichas entidades notifican o no a otros profesionales médicos.
Health Net y Blue Shield de California –que brindan cobertura de salud a aproximadamente dos tercios del mercado en el Condado Kern– no respondieron a las reiteradas solicitudes en busca de sus comentarios. Asimismo, Kaiser Permanente se negó a hacer comentarios sobre este artículo, emitiendo simplemente una declaración preparada en la que reafirmaba su compromiso con la capacitación continua de los médicos sobre temas clínicos relevantes, incluidas las enfermedades infecciosas como la fiebre del valle.
El líder de la mayoría en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, que en el año 2013 creó un equipo de trabajo en el Congreso sobre la fiebre del valle, señaló en una entrevista realizada en agosto que educar a los médicos en regiones donde esta enfermedad es endémica podría significar uno de los mayores avances para reducir el trágico impacto.
“¿A quién acudimos cuando no nos sentimos bien? A la comunidad médica”, señaló McCarthy. “Esta comunidad debe contar con programas de concientización y capacitación para los médicos”.
Cuando se le preguntó si pensaba proponer leyes que ordenaran la capacitación de los médicos recientemente establecidos en regiones donde la fiebre del valle es endémica, contestó en vez que urgía a las compañías aseguradoras a ejercer presión a los planes de salud. Las redes de las compañías aseguradoras, afirmó McCarthy, deben hacer más para capacitar a sus médicos.
“La situación ideal sería que todo médico local estuviera totalmente informado sobre la fiebre del valle al instalarse en nuestra región, y esto es algo en lo que siempre trabajamos con esmero”, señaló Michelle Corson, funcionaria de relaciones públicas de los Servicios de Salud Pública del Condado Kern.
El Dr. John Galgiani, director del Centro para la Excelencia sobre Estudios de Fiebre del Valle de la Universidad de Arizona, recomienda dar un paso más y propone divulgar informes regulares a los médicos establecidos en las regiones endémicas.
“Asistir a un curso suena como algo bueno, pero esa información queda almacenada a un nivel secundario en la memoria de los médicos, que no siempre son capaces de recuperarla si el próximo paciente que les toca atender en el consultorio tiene fiebre del valle”, afirma.
En vez, repetir la información es clave, señala Galgiani.
“Para cambiar las prácticas se necesita de atención constante y reiterada para que el mensaje se mantenga activo y transmita a la población que esto es algo importante”, afirma Galgiani■