Del casi medio millón de menores de edad nacidos en Estados Unidos, hijos de padres mexicanos que han sido deportados o que se han repatriado, más de 50 mil estudian en la fronteriza ciudad de Tijuana. Al llegar a la escuela mexicana, estos jóvenes son integrados al salón de clases y, al hablar un español limitado, resultan con un bajo rendimiento académico. Para enfrentar este problema autoridades educativas de California y México están por firmar un acuerdo para establecer un programa de educación bilingüe que permita desarrollar las dos lenguas de estos jóvenes binacionales. Manuel Ocaño platicó en Tijuana con una madre de familia cuyos hijos viven esta encrucijada.
Hace cuatro años Evelin Torres, madre de tres hijos estadunidenses de 10, 13 y 15 años, fue deportada de Oxnard, California. Tenía más de 15 años viviendo en Estados Unidos. Todos resintieron el cambio.
“Pues ha sido 80 por ciento diferente en cuestión del idioma y escritura”, dijo Torres.
Ya en Tijuana, Evelin, madre soltera de 42 años de edad inscribió en la escuela de su colonia a sus tres hijos que hablaban un español limitado. Sus calificaciones se derrumbaron.
“No podían leer, no podían escribir igual, entonces se devaluaron mucho, mucho sus calificaciones… a irse muy bajo”, dijo la madre.
En Oxnard, Evelin quien trabajaba en la limpieza, estaba muy pendiente de la educación de sus hijos.
“Allá yo también trabajaba, entonces los dejaba desde las 7:45 am hasta las 6 de la tarde. Ya cuando yo regresaba ya tenían hecha tarea, y tenían un tutor que les ayudara”
Pero en Tijuana trabaja en una fábrica y no se puede dar ese lujo. Uno de sus hijos es Javier, de 13 años. Tenía 9 cuando llegó a su escuela mexicana.
“Matemáticas y español, son muy diferentes aquí, cuando llegué se me dificultó…”, dijo.
Desde hace casi dos décadas, el sistema educativo de Baja California estableció el Programa Binacional de Educación Migrante, para facilitar la inscripción y asimilación de estudiantes como Javier, pero no tienen un programa de educación bilingüe. Incorporan a los estudiantes con el resto de los alumnos, porque además saben que sólo están de paso, dice Amparo López, responsable de este programa:
“Porque estos niños estadunidenses se van a ir Estados Unidos, van a hacer su vida, a lo mejor en Estados Unidos para el sexto, séptimo, o a la mejor para el noveno grado”
El impacto laboral de esta falta de continuidad educativa preocupa en California. Patricia Gándara es investigadora en la Universidad de California en Los Ángeles:
“Lo que estamos mirando en Tijuana o al lado mexicano es que es poco común que terminen los estudios de preparatoria, que es el mínimo para que encuentren trabajo en Estados Unidos”
Para buscar cómo ayudar a estos estudiantes el superintendente de Educación de California, Tom Torlakson mantiene pláticas con el Secretario de Educación mexicano, Aurelio Nuño. La investigadora Gándara espera que de estas pláticas resulte un programa binacional:
“Serían profesores de México que vengan acá y profesores de acá que vayan allá. La idea es preparar maestros binacionales, que entienden de las expectativas, los sistemas de los dos lados”
Gándara señala además que si no se establecen programas bilingües para educar a estos niños el problema repercutirá en la próxima década en Estados Unidos.
“Si pierden el inglés va a ser un problema”
Las necesidades apremian y son enormes. Según datos de la Universidad Tecnológica de Monterrey hay cerca de medio millón de estos estudiantes en México. Más de 55 mil en Baja California, en su mayoría en Tijuana, como los 3 hijos de Evelin Torres que llevan ya 4 años estudiando en esta ciudad fronteriza.
“Y se frustran porque no entienden; hasta esta fecha no entienden el cien por ciento de las cosas”, deploró Torres.