México en llamas: Las Buscadoras y Nestora

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De la redacción

Un grupo de madres mexicanas que perdieron la esperanza de que las autoridades encontraran algún día a sus hijos desaparecidos, decidieron agruparse y organizarse en equipos de búsqueda para encontrar sus restos. Con sólo palas y determinación, el grupo ahora conocido como Las Buscadoras o Las Rastreadoras ha logrado encontrar numerosas fosas clandestinas y unos 90 cuerpos de los más de 400 que han sido listados como desaparecidos en la región norte del estado de Sinaloa. Dos miembras del grupo que viaja en caravana por Estados Unidos visita nuestros estudios, acompañadas de una conocida líder social de policías comunitarias de México.

La reconocida comandanta y fundadora de la Policía Comunitaria de Olinalá, Guerrero, ex prisionera política mexicana por su lucha contra la corrupción y la violencia del gobierno y el narcotráfico, Nestora Salgado inició una gira internacional que incluye a Estados Unidos, Canadá y Europa, y que arrancó en la ciudad de Fresno, California. Por estos días dicha gira visita las ciudades de Madera, Riverbank, luego siguen a Stockton y de allí continúa su ruta hacia el norte por la costa del Pacifico.

Esta gira-caravana denomida, «Hasta Encontrarte», fue planeada originalmente por dos valientes mujeres del estado de Sinaloa, en el noroeste de México. Ellas son Guadalupe Grajeda y Berthila Beltrán, dela sinoalense ciudad de Los Mochis, conocidas por su épica labor de buscar a sus muertos y desaparecidos, “con pico y pala”, a los largo y ancho de su región, ante la falta de acción de las autoridades –ya sea por indolencia o colusión con el narcotráfico.

Ellas forman el grupo de madres que perdieron a sus hijos e hijas, así como a otros familiares, y que se le conoce como Las Buscadoras, o también Las Rastreadoras, impulsoras del movimiento, “Te Buscaré Hasta Encontrarte”.

Entrevistadas por el director de Noticias de Radio Bilingüe, en este programa de Línea Abierta que aquí reseñamos, Nestora Salgado afirmó en su oportunidad que hoy su pueblo y su región se hallan más o menos en calma; que han cesado, o por lo menos disminuido los asesinatos y secuestros. Pues hasta antes de la formación de la Policía Comunitaria que ella fundó, y de la que hemos reportado ampliamente en estas mismas páginas, unos dos días por semana -dijo-, se registraban muertos o secuestrados.

“Claro que la región está, pues ‘ora sí que en llamas… se escucha de todos estos muertos diariamente, y siguen los descabezados; las desapariciones en el estado, y parece que el gobierno no mira, no hace nada. Y esa es la demanda, la denuncia que hemos traído nosotras… y pues seguimos ahí, en la lucha”.

Sinaloa es una región conocida por sus grandes cultivos de amapola, y es por eso una fuente de violencia que conduce cotidianamente a la muerte y a la desaparición de muchos de sus habitantes; de los más desprotegidos cietamente, de los más pobres, donde reina la impunidad con que el narcotráfico opera, «solapado por la autoridad».

De ahí que la presencia de la Policía Comunitaria, que ha puesto también su horrorosa cuota de muertos, “es vital”, sostuvo Salgado. Y aprovechando los micrófonos de Radio Bilingüe, en esta ocasión hizo el mismo llamado de siempre, al conjunto de la sociedad, para juntos poder hacerle frente a este flagelo; porque “si no, no se va a poder».

Así que el movimiento de las policías comunitarias ¿va creciendo, se ha ampliado a otros pueblos? –Pregunta Orozco.

“Sí. Va creciendo, cada día más… Es bonito saber que cada día toman protesta en otros pueblos, pero así ha sido también el ataque del gobierno”, dice la comandanta Nestora Salgado, quien premia con sus palabras el trabajo de organización de la comunidad, y denuncia que “a los tres niveles del gobierno no le conviene el pueblo organizado”.

Y se pregunta: “¿Por qué para el gobierno es peligroso un pueblo organizado?.. Por eso es que a mí me llevaron a prisión. Porque estábamos organizando, estábamos creando bases…; eso es bonito. Es una forma diferente de impartir justicia, donde participa la comunidad. Yo apuesto mucho a ese tipo de organización. Que seamos nosotros los que tomemos el control en nuestra región”.

Con admiración y cariño Nestora Salgado habla de las compañeras que idearon esta caravana, para darle una dimensión internacional a su búsqueda; y se refiere a estas valerosas mujeres de Los Mochis, Sinaloa, cuya lucha constata la verdad de las denuncias que en su oportunidad la propia Nestora hizo sobre la desaparición y asesinato de los habitantes de Guerrero.

“Las denuncias por las cuales fui a parar a la cárcel”.

Escuche:


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Guadalupe Grajeda es una de Las Buscadoras al frene del movimiento, “Te Buscaré Hasta Encontrarte”, surgido en el noroeste de México y conformado por 420 familias tocadas por la violencia, que hasta el momento se han sumado al grupo. Pero “faltan los que no se atreven a denunciar”, acota Grajeda.

En realidad “son muchísimas más” las familias “que aún se niegan a aceptar que su hija ya no está; que todavía esperan que regresen”, secunda Berthila Beltrán, quien junto con Grajeda y muchas otras madres han levantado un censo basado en pruebas de ADN, extraídas de los restos óseos que encuentran escarbando en terrenos remotos, en los campos de Sinaloa.

Orozco apunta que por lo general los familiares de personas desaparecidas tienden a resistirse a la idea de que no estén con vida sus familiares desaparecidos, y señala que Las Buscadoras parten del supuesto de que sus seres queridos ya están muertos.

¿Qué es lo que las ha hecho llegar a esa conclusión?

“Nosotros primero los buscamos vivos”, responde Berthila Beltrán. “Luego los buscamos en fosas, los buscamos en cárceles, en centros de rehabilitación, en hospitales…, los buscamos por todas partes; pero lo cierto es que a la mayoría los encontramos muertos”.

Y explica el por qué asumen una tarea que compete al gobierno, para la que se requiere de capacitación profesional, forense por ejemplo, plantea Orozco

“Porque al momento de hacer la denuncia, decimos: vamos a buscar resultados. Regresamos a la semana, al mes, a los dos meses… Y les preguntamos ¿qué ha pasado?”, y las autoridades les responden, dice: «‘Señora, nosotros no buscamos’. ¿Entonces quién los busca?, pero las autoridades no dan ninguna razón”.

Y de este sentimiento de impotencia, por la cerrazón e indiferencia de las autoridades ante el dolor de estas mujeres, suge entonces la idea de formar su grupo en julio de 2014, a raíz de la desaparición de Roberto Medina, hijo de Mirna Medina Quiñones, la fundadora del grupo.

A raíz de entonces, “Hemos encontrado 89 cuerpos; hemos entregado 54, los demás están en espera de un examen de ADN, y entre esos cuerpos está el de mi hija”, dice Beltrán.

Ella sostiene que la mayoría de los cuerpos encontrados suele ser por pistas que alguien les da.

“A mí me llamaron, una llamada anónima que me dijo dónde estaba, ¡y no me pidió dinero!”

Por primera vez en lo que iba de su experiencia como buscadora, dice, no le pidieron dinero a cambio de entregarle a su hija.

¿Qué sensación le produjo eso, doña Berthila?

“Pues se acabó la incertidumbre de no saber dónde estaba, pero empezó un dolor más duro…; no tengo palabras para describir el dolor de perder a mi hija (se quebranta su voz), ¡y menos de encontrarla en esas condiciones!”, señaló acongojada. “Se acabó la incertidumbre, como le digo. Ahora yo tengo un rinconcito donde le llevo flores, pero a ella ¡jamás! debieron arrebatármela de esa manera. ¡Jamás! Me partieron en dos. Me hicieron pedazos el alma y el corazón, y destruyeron mi familia”.

Para Guadalupe Grajeda el trabajo de Las Buscadoras “es como una terapia. Nosotros formamos una familia, unida por el mismo dolor… donde no tenemos que dar explicaciones… donde si a alguna se le escapó una lágrima ya alguien más la está abrazando… y yo voy a seguir; porque mis hermanas de dolor, como yo les llamo, la mayoría no los ha encontrado. Y los tenemos que seguir buscando porque si no lo hacemos nosotros, ¡nadie más lo va a hacer! Ya aprendimos que así es, y ni modo”.

Escuche:

Buscando a sus muertos, en plena acción.

Buscando a sus muertos, en plena acción.

En la segunda parte de este programa que aquí reseñamos, tanto Salgado como Grajeda y Beltrán continúan con su poderoso mensaje que denuncia una realidad francamente macabra; sin exageración, dantesca, que es la que atraviesa la sociedad mexicana, transida por el dolor y el espanto de tanta violencia y tanta impunidad que cobija la corrupción de las autoridades. Pero que también habla del valor de estas mujeres que, hartas de tanta indolencia y crueldad, deciden tomar las riendas de su destino en sus propias manos, y a través de la organización social, comunitaria, echan mano a la obra y con pico y palos recorren el territorio de su región buscando a sus desaparecidos, reviviendo el mito colonial de La Llorona, que busca a sus hijos muertos. Sólo que estas mujeres lloran discretamente, o en silencio, por cortesía; y como muestra de una indomable dignidad.

En el enlace de abajo conocerá el desenlace de estas historias de desaparecidos y muertos que palpitan vivas en el corazón de México; que corren como una lava hirviente por las venas de las comunidades más desfavorecidas, más golpeadas por la violencia del narco y la corrupción de ciertas autoridades.

El efecto del poderoso mensaje de estas valientes mujeres que buscan extender su ejemplo no sólo por el territorio nacional sino también en el extranjero, encontró el eco deseado que venían buscando. Porque a través de las ondas sonoras de esta emisora se dio la respuesta solidaria de la audiencia; de los mexicanos que viven en Estados Unidos, que además hablaron sobre la amargura que los embarga el no saber tampoco si algunos de sus seres queridos en México se hallan muertos o todavía desaparecidos.

Pero ofrecieron su ayuda entusiasta a estas mujeres ejemplares, intercambiaron direcciones y números telefónicos, para estrechar los lasos de esta lucha, de esta búsqueda, de esta iniciativa que desnuda una vez más lo inútil y perjudicial que resultan las autoridades mexicanas para su pueblo, y se fundieron en un genuino y conmovedor abrazo binacional.

Escuche:

El dolor de perder un hijo no tiene nombre. Después de esos 9 meses de tenerlos en nuestro vientre, los seguimos sintiendo aquí, dentro de nosotras, para toda la vida.

El dolor de perder un hijo no tiene nombre. Después de esos 9 meses de tenerlos en nuestro vientre, los seguimos sintiendo aquí, dentro de nosotras, para toda la vida.

Escuche el programa completo:

Fotos: cortesía de la página de Las Buscadoras, en Facebook.

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