La Caravana por la Paz, la Vida y la Justicia culminó esta semana su jornada de tres semanas en Nueva York, en coincidencia con la Asamblea General de las Naciones Unidas, que condujo una sesión especial sobre el problema de las drogas en el mundo. Allí, los caravanistas de varios países buscaban exigir cambios profundos a la llamada guerra contra las drogas, y abordar el tema como un problema de salud pública y de derechos humanos, en lugar de un asunto penal y de seguridad pública. Marco Vinicio González reporta.
Para Laura Carlsen, del Centro de Política Internacional, con sede en México, la Guerra contra las Drogas no es una guerra contra las drogas, sino que más bien se trata de una guerra contra ciertas poblaciones, que terminan desplazadas y en ocasiones incluso algunos líderes son asesinados:
“Si vemos el mapa de la guerra contra las drogas, hay seis millones de personas desplazadas. Y en México no tenemos el número exacto pero está en cerca de 300 mil, según los expertos… Pueblos indígenas, campesinas, mujeres y niños, opositores, y defensores de derechos humanos. Y esas son las voces que hemos traído aquí a Nueva York, para participar en este importante debate”
Carlsen viajó con la Caravana por la Paz, la Vida y la Justicia, que salió desde Honduras el 28 de marzo y atravesó El Salvador, Guatemala y México hasta llegar a Nueva York el 19 de abril, para participar en la Sesión Especial de la ONU sobre las drogas en el mundo (UNgass 2016), promovida por México, Colombia y Guatemala. La Caravana venía proponiendo un alto a La Guerra Contra las Drogas, y un giro hacia la despenalización del consumo, con el fin de terminar con la violencia.
Se escuchan breves palabras del conductor de turno, de la sesión especial contra las drogas mundiales en la Asamblea General de la ONU (UNgass)…
Al interior de la Asamblea General de la ONU, donde tuvieron lugar las discusiones de Ungass, también hubo algunas críticas similares. En su turno la representante de Argentina, Susana Malcorra planteó una pregunta pertinente:
“Afrontar la decisión de seguir persiguiendo las drogas, y terminar siempre en los lugares más vulnerables del mundo, en las zonas más pobres, más alejadas, o empezar a perseguir realmente el narcotráfico y hablar del lavado de dinero, hablar de drogas, de droga-dependientes y no hablar de narcotráfico y de lavado de dinero suena, por lo menos, un poco hipócrita”
Por su parte, Lisa Sánchez, representante de Uruguay, un país que ya legalizó la marihuana, cerró su participación en esta sesión proponiendo un nuevo paradigma:
“Sigamos trabajado por la descriminalización del consumidor, por medidas alternativas al encarcelamiento, y por la abolición de la pena de muerte”
Incluso el presidente de México, Enrique Peña Nieto propuso la legalización de la mariguana para fines medicinales y científicos y hasta elevar la cantidad permitida que puede portar legalmente un consumidor.
El documento adoptado desde el principio del evento expresa en sus conclusiones el compromiso conjunto de los Estados miembros de la ONU de luchar contra las drogas, reconociéndolas como una amenaza para la salud y planteando la implementación de medidas que incluyan la prevención y el tratamiento de los adictos, así como su rehabilitación y reinserción social.
Pero muchos, entre ellos Laura Carlsen, quedaron insatisfechos con las conclusiones finales de la sesión, y con la idea de que con las estrategias de la ONU los consumidores van a dejar de usar drogas, cuando nunca ha sido así, sostuvo.
“Una nueva perspectiva tendría que tomar en cuenta que esto es una realidad, en el planeta, y que lo que hace falta es la reducción de daños, y tratarlo realísticamente. Porque la ONU ya lleva varias décadas con la idea de un mundo libre de drogas, ¡y todo mundo sabe que eso nunca va a pasar!”
Carlsen añadió que ha sido muy limitado el acceso a la reunión oficial, y que a algunos compañeros que se pusieron en la lista de expositores desde hace meses, no les dieron voz. Hablan mucho de la participación de la sociedad civil, dice, pero en los hechos han ido restringiendo cada vez más cualquier posibilidad.
“Y de hecho, pues todo el proceso ha sido así: los resultados de la reunión los discutieron antes de hacer la reunión, y los delegados oficiales han llevado a cabo un proceso bastante cerrado. Y el resultado es que básicamente, a pesar del cambio de discurso, estamos viendo el mismo modelo de guerra contra las drogas”
Sobre ese modelo, el presidente de Bolivia por ejemplo, Evo Morales afirmó que la política antinarcóticos de Estados Unidos –el consumidor de drogas más grande del mundo– fue diseñada como una estrategia geopolítica de intervención en América Latina y el Caribe. Y líderes empresariales en el mundo impugnan la desregularización.