Talleres de bordado purépecha motivan participación cívica en el Valle de Coachella

Citlalli Chávez, de ACTA, agradeciendo la participación de la comunidad en la graduación.

Citlalli Chávez, de ACTA, agradeciendo la participación de la comunidad en la graduación.

Los bordados florales hechos con la “aguja maravillosa” es una técnica que por varias décadas le ha dado su sello distintivo al poblado purépecha de Ocumicho, Michoacán, en el occidente de México. Ahora este arte ha cautivado la imaginación de docenas de residentes del valle agrícola de Coachella, gracias a una maestra de este tejido que comenzó a compartir su arte con sus vecinas. Nuestro corresponsal Rubén Tapia reporta que los talleres sirvieron también como un espacio de reflexión sobre cómo mejorar esta comunidad del desierto que colinda con Arizona. Este reportaje es parte de la serie Raices: Los Maestros, sobre artistas que se encargan de difundir su arte a la siguiente generación.


Sonido de la clase…

Durante un taller impartido en su casa, la maestra de bordado purépecha, Natividad González explica a más de dos docenas de aprendices, cómo colocar el hilo en la aguja para bordar conocida como la ‘aguja maravillosa’:

Maestra Natividad González

Maestra Natividad González

“Le jalan para que esté en la puntita el hilo…, así debe de estar. Y ya que esté así, lo meten donde está ya el dibujado…”, explica Natividad González.

La aguja maravillosa tiene una punta en un extremo y un gancho en el otro.

Sonido del tejido…

Las alumnas, de diversas edades, sostienen en sus manos bastidores de dos aros, con flores dibujadas por la Maestra González. Les señala que deben seguir la línea sin despegar mucho la aguja de la tela:

“Como estoy empezando la flor, ustedes están empezando el tallo…Ustedes no pueden tan rápido, pero ya después… Despacito, despacito. Hoyo por hoyito”, risas.

Sonido de tejido…

Muestra de algunos de los trabajos del taller de Bordado Purépecha.

Muestra de algunos de los trabajos del taller de Bordado Purépecha.

Después de marcar los contornos de la flor, las alumnas siguen abundando con hilo los pétalos de la flor y de la misma manera las hojas y los tallos. Es la primera vez que González le da clases formales a un grupo de aprendices.

La maestra Natividad anima a una estudiante.

Natividad González nació y creció en el pequeño pueblo de Ocumicho, Michoacán. La técnica de bordar con la aguja maravillosa fue llevada allí por el artista purépecha, Marcelino Vicente Mulato, al que también se le atribuye la creación de los famosos diablitos de barro, que le han dado fama internacional a este pequeño pueblo.

“Me platica mi mamá, que mi mamá era chiquita y que iba el señor y le decía que si ella iba a ayudarle a hacer su flores”, recuerda la maestra.

La mamá y la abuela de Natividad, así como muchas otras familias del pueblo aprendieron y así empezaron a adornar el traje típico de la mujer Purépecha.

La maestra:

Guanengo Purépecha.

Guanengo Purépecha.

“El Guanengo, el delantal y las faldas”

El Guanengo es el nombre de las blusas purépechas. Al principio eran blancas, y hoy ya las hacen de colores, llevan hermosos adornos floreados en el cuello y los hombros. También bordan todo tipo de productos para la venta, destaca la hija de la maestra Gonzalez, María Concepción Pozar:

“Almohadones, servilletas, manteles para la mesa”

González aprendió el bordado de su mamá, y llegó a ser tan buena para bordar que un traje típico que ella elaboró fue adquirido para ser llevado a Europa.

“Venía de Alemania, él me compró todo el traje, dijo que era para llevarlo a un museo”

Cuando disminuían los pedidos, González se veía obligada a trabajar en los campos

Maestra Natividad González y su hija Conchita Pozar

Maestra Natividad González y su hija Conchita Pozar

agrícolas.

“Trabaje allá en la zarzamora y también un poquito en la fresa”

Le pagaban de 80 a 90 pesos diarios por 12 horas de trabajo. Madre soltera con cuatro hijos, González decidió emigrar al Valle de Coachella en California, donde ya está establecida una comunidad purépecha. Allí vive desde hace casi una década.

“Trabajo en el limón, en la uva en el fil”

La diferencia es que aquí le pagan por una hora de trabajo más de lo que le pagaban en México por todo el día. Aquí conoció a Citlalli Chávez, de la Asociación de las Artes Tradicionales de California, o ACTA. Chávez la animó a que compartiera su arte.

Citlall:

“Queremos seguir con esas tradiciones aquí en la comunidad, y apoyar a las compañeras a conservar las raíces purépechas”

Analleli Pascual y su primer bordado.

Analleli Pascual y su primer bordado.

Una de las alumnas más jóvenes de González es Analleli Pascual, de 10 años de edad.

“Aprendí a tejer bien y me gustaron los dibujos”, dice la niña.

Analleli muestra con orgullo la servilleta blanca que logró tejer: bordó una flor roja, y en el centro aparece un botón amarillo en forma de corazón.

“Me siento bien contenta que yo aprendí”

Analleli, su hermana mayor y también su mamá fueron unas de las 40 nuevas tejedoras que obtuvieron un diploma en la graduación.

Sonido de reconocimientos…

La mamá de Analleli es prima de la maestra Natividad González. También ella se llama Natividad y comparten el mismo apellido. El diploma fue el primer reconocimiento público que obtiene en su vida. De niña no fue a la escuela porque tenía que ir al campo a ayudarle a su papá para cubrir los gastos de la familia. En la graduación no cabía de gusto:

“Muy contenta, feliz porque me la pasé muy bien en casa de mi prima y cuando tenía problemas me venía allí y hablábamos”

Nativida González, prima de la maestra de bordado, muestra sus bordados.

Nativida González, prima de la maestra de bordado, muestra sus bordados.

La convivencia durante los talleres logró que todas las alumnas discutieran los problemas que tenían, y cómo resolverlos como comunidad. Así lo expresaron durante la ceremonia de graduación:

“El alumbrado en las calles, más transporte escolar y comunitario, talleres de arte, tiendas que ofrezcan comida fresca y saludable a precios accesibles”

Sonido del evento:

“Que estamos haciendo, no sólo aprendiendo tejidos, pero también que estamos como mujeres aportando para nuestras familias, que queremos seguir haciendo como comunidad”

Las alumnas venían de seis ciudades distintas del valle de Coachella, destaca Citlalli Chávez, organizadora de ACTA:

“Ya hay vínculos en la comunidad, ya se conocen como vecinas. Para nosotros yo creo que representa el comienzo de algo más grande”

Analleli, su hermana María y su mamá Natividad, muestran con orgullo su diploma.

Analleli, su hermana María y su mamá Natividad, muestran con orgullo su diploma.

Fue grande también para las maestras. La hija de Natividad González, María Concepción, de 26 años de edad, dice que le llenó de orgullo ayudar a impartir el arte de su mamá y de su pueblo:

“No porque estamos en este país vamos a dejar de ser purépechas o vamos a dejar de enseñar a nuestros hijos qué es lo que somos y de dónde venimos”

Conchita, como le dicen de cariño, se despide con un saludo en Purépecha■

Para la Edición Semanaria de Noticiero Latino, desde el Valle de Coachella, yo soy Rubén Tapia.

Foto: Rubén Tapia

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