Desde adentro: Un centro detención de niños inmigrantes

Immigration OverloadEl número de menores de edad migrando solos a Estados Unidos se ha disparado en los últimos meses. Se estima que al menos 47 mil niños han llegado este año, casi lo doble de los que llegaron el año pasado. Esta semana, el gobierno federal abrió las puertas de un centro temporal de detención de menores migrantes en Nogales para que lo vieran los periodistas. Adentro, más de 900 niños centroamericanos aguardan un destino incierto. Valeria Fernández nos entrega esta crónica de la visita.

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Sus cabellos están sucios, despeinados, sus rostros ardidos por el sol y nos miran desde el otro lado de la alta barda metálica que culmina en una serpentina de alambres de navaja dentro del galpón donde están detenidos. La valla sirve de división entre las siete celdas. En cada celda, hay un promedio de 40 jóvenes.

Immigration OverloadSon niñas y adolescentes. El suelo del galpón está cubierto de colchonetas verdes, que la hacen de cama. Van de lado a lado, sin espacio que las separe. Hay ositos rosas tirados a los pies de las colchonetas. Unas diez niñas yacen acurrucadas entre mantas de papel de aluminio térmico, que cruje cientos de veces.

Estas niñas acaban de ingresar al centro de procesamiento de Nogales en Arizona, o al menos así lo indica un letrero que marca su celda.

¿Por cuánto tiempo están quedándose aquí?”, pregunta un reportero en inglés.

El guía con el megáfono, hace una pausa y contesta.

No puedo responder esa pregunta”.

No se van a contestar preguntas. Con esas palabras inicia el tour (la gira).

No se permiten cámaras individuales, ni grabadoras, ni teléfonos.

Immigration OverloadEs por proteger su privacidad, dicen las autoridades. Éstas piden no ser identificadas por nombre propio en nuestros reportes. Y no concederán entrevista.

El guía trata de distraer nuestra mirada hacia una serie de estantes en donde están catalogadas sus pertenencias. Zapatos y ropa, mochilas para quienes lograron traerlas sin perderlas en el camino.

En otra celda un niñito que aparenta unos nueve años de edad apoya su rostro sobre la cerca de metal. Parece que quiere algo. Pero es difícil saber qué. Está prohibido que los periodistas hablemos con los niños.

Un ruido persistente de enfriadores de evaporación llena el galpón iluminado con tubos de luz blancos como los de un gigantesco supermercado de mayoreo.

Huele a pasto. Afuera huele a pasto también porque estamos en una zona descampada entre las montañas, muy cerca de la frontera con México.

Immigration OverloadEl galpón de 120 mil pies cuadrados fue creado para albergar adultos en el año 2000, cuando Arizona se convirtió en la principal puerta de entrada para la inmigración indocumentada a Estados Unidos. Desde el 31 de mayo tuvo que ser adaptado para detener temporalmente a los niños, desde bebés en brazos de sus madres hasta jóvenes de 17 años.

En su mayoría son niños centroamericanos de Honduras, Guatemala y El Salvador que llegaron por la frontera del Valle de Río Grande en el estado de Texas. En muchos casos esperaban ser capturados por la Patrulla Fronteriza, pensando que así recibirían algún tipo de beneficio migratorio.

En lo que va de este año ya son cerca de 50 mil niños y el gobierno federal estima que podrían llegar a ser 90 mil.

Nadie puede explicar exactamente a qué se debe este influjo, que ya venía proyectándose durante los últimos años. Pero muchos expertos en migración aseguran que es una combinación de factores: la violencia en sus países de origen, la extorsión, la necesidad de la reunificación familiar con padres que están en Estados Unidos, aguardando una reforma migratoria frustrada.

Immigration OverloadOtro de los factores es una campaña calculada por los traficantes de seres humanos que han promovido la idea incorrecta de que hay una “nueva oportunidad” para obtener documentos para los menores y madres con niños.

Los niños en el centro de detención están en un limbo, desde el punto de vista legal. Esperan para pasar a la custodia de la Oficina de Refugiados y Reasentamiento, que por ley se encarga de reunificar a los menores con familiares en Estados Unidos. Pero aun así, enfrentan un proceso de deportación.

Las autoridades reportan que instalaron más de 40 líneas telefónicas para que puedan hablar con sus familias. También pusieron más de 60 duchas, 10 días después de que el centro abrió sus puertas.

Dicen que tienen todas las comidas, se les da ropa y se lava. Tres veces a la semana pueden salir por 45 minutos a una carpa para que vean la luz del sol. Tienen acceso a una enfermería para atender su salud. Las prioridades por orden desde que llegaron son: seguridad, salud, nutrición y limpieza.

Las regulaciones de la Patrulla Fronteriza destacan que los menores no deben ser detenidos por más de 72 horas en una situación temporal como esta.

¿Por cuánto tiempo están quedándose aquí?”, pregunta de nuevo otro reportero en inglés.

El guía con el megáfono hace una pausa y contesta:

No puedo responder esa pregunta”.

En otra celda los jóvenes ya tienen más tiempo aquí. Están vestidos igual. Todos en shorts azules y camisas blancas. Algunos están acostados sobre sus colchonetas verdes en el suelo.

Encima de una de las mesas en su celda, un joven de unos 15 años arroja un frisbee anaranjado que cae suave y accidentalmente sobre la cabeza de uno que está dormido.

Todavía tienen animo de jugar”, comenta un reportero.

¿Hasta cuándo se quedarán aquí?

Para la Edicion Semanaria de Noticiero Latino, desde Nogales, Arizona, yo soy Valeria Fernández.

Fotos: Ap

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