Aprender a «rechazar el rechazo» si queremos triunfar en la educación: Betances (primera)

wednesday-673x324De La Redacción

Primera

Como parte de nuestra serie “Diploma en Mano”, Radio Bilingue abre en esta ocasión un capítulo más, en dos entregas, de la sostenida discusión que en estas páginas y en el programa estelar de noticias, Línea Abierta, busca articular respuestas pertinentes y oportunas, de utilidad para hacerle frente a la crisis de la educación en este país, que echen la mano a un sector muy desfavorecido: el estudiantado latino. Las escuelas públicas están muy poco preparadas para enseñar y guiar a los estudiantes latinos, y estos estudiantes representan algunos de los problemas más críticos del sistema escolar, como las altísimas tasas de deserción y el bajo rendimiento en el aprendizaje. ¿Qué pueden hacer las escuelas para mantener a los estudiantes en el aula?, es la pregunta de esta primer entrega.

Escucha

 

 

 

Para abordar el tema, el director de Noticias de esta emisora y conductor de Línea Abierta, Samuel Orozco conversó con una eminencia en el rubro, el Dr. Samuel Betances, consultor, capacitador y conferencista, de Souder, Betances y Asociados, que promueve la discusión sobre asuntos de diversidad cultural en el ámbito de la educación pública. Es puertorriqueño de origen y vivió una trágica niñez el “barrio bravo” de Harlem, Nueva York. Tras un periplo existencial verdaderamente sorprendente sacó adelante dos títulos profesionales en la prestigiosa Universidad de Harvard y fue asesor de tres presidentes estadunidenses, entre otros de sus logros. Él es además autor de la obra, “Ten Steps to the Head of the Class (Los Diez Pasos para Ser el Primero de la Clase), Chicago, IL (www.betances.com), y en esta oportunidad ofrece consejos prácticos a líderes escolares, padres y alumnos, sobre las estrategias para apoyar el desarrollo docente y mejorar el rendimiento estudiantil, así como para combatir las bajas tasas de graduación de nuestros estudiantes latinos.

En esta plática se abordó lo referente a la efectividad de algunas de las reformas educativas que el gobierno federal ha implementado en los últimos años, como la de Que Ningún Niño Se Quede Atrás (No Child Left Behind), y la Carrera a la Cumbre (Race to the Top), entre otros aspectos relevantes de la política educativa.

Samuel Orozco abrió la conversación con el tema del gran retraso en el aprovechamiento escolar de Estados Unidos, y luego se centró en la evaluación estandarizada para alumnos, maestros y directores de escuela.

Orzoco:

Ahora 45 estados y la capital del país están implementando los Estándares Comunes o Estándares de Núcleo Común. La mayoría trata de evaluar el rendimiento de los alumnos y someter a escuelas y maestros a una evaluación, para que a partir de esto se les asigne los recursos. ¿Cuál es el rumbo de estas reformas? ¿Van por buen camino?

Betances:

Bueno, idealmente, cuando uno dice, si usted va a ser piloto de una avioneta F 7, todos los que son pilotos deben tener la misma preparación. Eso se entiende por ciertos estándares, esos niveles tienen que ser alcanzados por las personas capacitadas para hacer ciertos trabajos. La problemática es que ese plan común, The Common Core se llama, comienza desde arriba. Se dice: Bueno, si se va a graduar de la universidad, debe estar a tal nivel; si es de la escuela superior, a este otro nivel; si es de la escuela elemental, a este nivel… y entonces bajas hasta kinder. El problema es que cuando nace una niña o un niño, al llegar a kinder ya tiene ciertas ventajas, o desventajas, dependiendo de su familia. Es decir, ¡30 millones de palabras más!, de ventaja, que han oído; que afirman, amplían el vocabulario de esa juventud que viene de la clase profesional, donde la mamá y el papá tiene ya el grado universitario, y le leen y le amplían, le motivan, etcétera. Cuando esas personas llegan al kinder, y más adelante, ya de ahí entonces comienzan a triunfar en el plan común educacional. Si en cambio llegamos de la pobreza, de un hogar de modestos ingresos, y de los campos de la agricultura, y de esos trabajos, pues nuestros padres aunque nos amen y nos mimen no nos pueden dar ese vocabulario, que es absolutamente esencial para poder triunfar. Entonces ahí viene el problema: a esas personas, cuando les dan tareas y trabajos en el salón llegan a sus casas y tienen ayuda, tienen asistencia, tienen esa perspectiva…

Mientras entendemos que debemos tener un estándar común, y llegar a un plan de estudio común, si no tenemos el vocabulario común entonces tenemos que entender que la escuela es un lugar donde se enseña en un nivel proficiente como el de la clase profesional. Y mi papá, mecánico, mami, de la agricultura, no tuvieron escuela superior, no podían darme lo que ellos no tenían, y ahí viene el fracaso. Y entonces mi hermano se mete a pandillas, se va a la cárcel, muere de violencia; otro se mete a la economía ilegal, etcétera, y yo tuve la dicha de que alguien me dijera: ‘Mira, Samuel, tú tienes que leer, y buscar el vocabulario… para que te puedan educar necesitas el vocabulario de la clase profesional. Y eso lo vas a tener que conseguir de otra manera, porque no pudiste conseguirlo en tu hogar’. Y ahí está la problemática, en que la pobreza incide en lo que uno puede lograr. Entonces, cuando se mide un grupo, tenemos el latino como el grupo más numeroso con el peor aprovechamiento académico. Y no es porque somos estúpidos, sino porque no tenemos esos recursos que tiene la clase profesional.

Orozco:

Ya en las escuelas los niños encuentran otra desigualdad: hay escuelas ricas, que cuentan con una computadora por alumno, libros, bibliotecas, proyectores, atención individual, clases más pequeñas…, y eso raramente pasa en las escuelas pobres, que están llenas de carencias. Ante esta falta de recursos, ¿qué puede hacer el gobierno, a nivel federal, y estatal, para nivelar ese resultado entre los niños con menos y con más vocabulario, las escuelas ricas y las pobres?

Betances:

Ellos están haciendo algunas cosas que tienen sentido lógico. Pero a nivel social no toman en cuenta que la pobreza es algo que impacta, la escacés de vivir en un lugar donde tenemos esas escuelas con esas ventajas, amistades que saben más que uno, padres que están involucrados y saben cómo involucrarse para el aprovechamiento académico del estudiante. Si usted mira en el Internet, hay un sitio, pero sólo en inglés, que se llama “The thirty million word Initiative”, o la Iniciativa de los 30 Millones de Palabras, de la Dra. Dana Suskind, Médica en la Universidad de Chicago. Ella afirma que si uno quiere mejorar su salud tiene que mejorar su situación económica, por medio de la educación. Y muchas madres solas donde el papá está ausente… y entonces Suskind trata de ayudar a esas mamás, para aumentar el vocabulario, la proeficiencia en las palabras. Si no tenemos palabras, no podemos ser educados. Porque los libros de texto probablemente tienen tres mil o tres mil 500 palabras a nivel de la clase profesional, más que lo que nosotros traemos cuando venimos de hogares de modestos recursos, o de la pobreza. Los maestros tendrán unas siete o diez mil palabras más, que utilizan para transferir información. Y ahí es donde tenemos la problemática. Obama y (Arne) Duncan (secretario de Educación de EU desde 2009) han ido midiendo dos cosas mayormente: la matemática, y están empujando la lectura como deben empujarla; pero hay muchas otras cosas más, que tienen que suceder… Mi papá, un inútil emocionalmente, por la desgracia que sufrió cuando mataron a mi abuelo, que era policía, lo dejó a él sin papá; y después mi abuela, la mamá de él murió de tuberculosis, trabajando en Nueva York y en Harlem… muy atrapado en las circunstancias de la pobreza, emocionalmente, y se metió a la bebida. Entonces él, muy inteligente, pero bebiendo; era mecánico, y ganaba el pan y pagaba la renta…, nos daba comida pero no nos llevaba a la biblioteca, no íbamos al zoológico, al museo. No había comunicación cuando uno llega de la escuela, en la mesa de la cena, para poder hablar de las cosas; no fuimos a la iglesia juntos. En ese sentido fuimos huérfanos, también. Y mami, campesina, del lugar de Puerto Rico de donde el café y los productos menores, como la naranja y los aguacates, etcétera, y en La Quebrada, donde se lavaba la ropa… Una mujer bellísima, inteligentísima, que no pudo darnos tampoco ese cariño y esos libros y esas palabras. Entonces, los programas de Obama y Duncan quieren medir lo que se puede medir; y las cosas que no se pueden medir, muchas veces son la escaces de ese cariño y de esa ternura y de esas oportunidades, de esa protección. Si no aliviamos el impacto de la pobreza, aunque se puedan medir ciertos progresos y ciertos logros, nosotros no vamos a triunfar.

Orozco:

En medio de este panorama, ¿cuál sería el pronóstico?

Betances:

Yo tengo que entender la responsabilidad para ‘mentorear’, y guiar, y ser voluntario; y podemos hacer muchas cosas más. Y ese programa de ese plan común, está muy limitado en cuanto a lo que dice que va a medir. Está midiendo nada más que la matemática y la lectura. No estamos hablando de la biología, de la química. De la historia, de la geografía, de las otras cosas que son importantísimas…, la creatividad, la imaginación. Entonces están maestros y maestras que empujan los condenados números de las matemáticas y la aritmética, y la lectura, pero no están conectados. Nosotros necesitamos maestros que nos ayuden a rechazar el rechazo. Que si estamos aquí en este país como los peregrinos, sin ‘papeles’ algunas veces… Necesitamos a alguien que nos inspire y nos motive, que nos de la oportunidad de leer, de entender y de discutir, y de contribuir, y de tener imaginación. Y entonces estos planes son una manera de medir un triunfo un poco artificial. Porque nosotros somos seres humanos que necesitamos saber lo que no sabíamos antes. Por ejemplo, tomemos una muchacha que termina su séptimo grado…, va al octavo. Pero durante ese verano -de las vacaciones-, de lo que aprendió en el séptimo grado ella va a perder dos meses, porque no lo pudo reforzar en el hogar; y cuando llegue al octavo grado le va a tomar ¡seis semanas! para alcanzar lo que dejó cuando había terminado el séptimo grado. Eso se llama Summer Learning Loss, o Pérdida de Aprendizaje durante el Verano. Si nosotros como comunidad no tenemos clubes de lectura, por ejemplo, que se pueden dar virtualmente, si no se leen 15 libros, y se buscan las palabras -que se desconozcan- en el diccionario, y si no se participa en lo que uno lee, lo que uno refleje sobre eso, y escriba sobre eso… Todo eso sucede a nivel de la clase media, porque ellos siguen reforzando por medio de sus ideas, y sus visitas a los museos, y a otros países, de vacaciones, y por medio de la lectura, etcétera… Yo tengo una nieta que tiene un afán por la lectura que… yo no sé cómo pude lograr…, sin tener esos hábitos. Por eso tenemos que buscar una manera de hacer mucho más de lo que estos planes comunes van a medir. Van a medir matemáticas, y van a medir lectura. Pero no van a medir lo que es una comunidad.

Entonces el pronóstico es que si nosotros no encontramos diferentes maneras de bregar con nuestro tiempo, ahora durante los períodos festivos, durante los fines de semana, antes de que lleguemos a nuestros hogares y nuestros padres, ¡dios los bendiga!, que trabajan fuerte, y ponen su novela, y ponen su boxeo, y béisbol, y su fútbol y lo que sea…, y entonces el ruido nunca se termina. Como llegamos de la pobreza pues queremos tener el automóvil y queremos lo material, y no encontramos un lugar, un espacio, para esa ternura, para ese cariño, para ese intercambio, para desarrollar esas mentes, para que tengan imaginación. Por eso no podemos solamente depender de lo que hace Obama, y yo voté por él… Pero para nosotros, nosotros tenemos que hacer otras cosas, diferentes.

This entry was posted in Edición Especial: Educación Pública, Homepage Feature. Bookmark the permalink.

Encuéntranos en Facebook

Síguenos en Twitter

Suscríbete

Suscríbete a nuestra lista de correo